Camino de Santiago, conoce el origen de esta peregrinación
Peregrinar es realizar un viaje a un lugar considerado como sagrado. El creyente siente que necesita hacerlo como homenaje a la deidad que ilumina su vida. Lo que a veces no intuye es que durante la peregrinación irá creciendo como persona, hasta llegar a su destino con su espíritu totalmente renovado. El Camino de Santiago es una de estas peregrinaciones que permiten conseguirlo.
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¿Qué es el Camino de Santiago?
Para el que busca algo más, sin duda es un revitalizador viaje interior. Para el resto quizá tan sólo es un peculiar trayecto vacacional y deportivo. No obstante, incluso así, mientras lo recorren, los peregrinos conocen personas y viven situaciones diversas. Duermen a ras de suelo bajo las estrellas, sufren, lloran, ríen…
También caminan solos y aprenden a interpretar el sonido del silencio, el de la tierra, el de toda la naturaleza… Y a medida que avanzan se convierten hombres nuevos. Ese es el secreto del Camino de Santiago.
Origen del Camino de Santiago
Tras la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, el apóstol Santiago, llamado también Santiago el Mayor, recorrió la península ibérica en labor evangelizadora. Debido al poco éxito de su esfuerzo, retorna a Jerusalén, donde es asesinado por Herodes Agripa para evitar que adquiriera excesivo poder. Es entonces cuando dos de sus discípulos, Teodoro y Atanasio montan su cuerpo en un barca mágica que les hasta las tierras del norte de España donde predicó sin éxito.
El desembarco se produce en la gallega Ría de Arousa, en el puerto de Iria Flavia. Mientras solicitan permiso para enterrar al apóstol, amarran la barca a un pedrón, origen de la posterior Villa de Padrón, que se encuentra en el Camino Portugués.
Eran tiempos de la reina pagana Lupa. Intentando no facilitarles las cosas, les ofreció unos bueyes para transportarlo a un lugar seguro para el enterramiento. Sin embargo, no se trataba de bueyes sino de toros bravos. Milagrosamente, los toros se hicieron mansos, algo que sorprendió de tal manera a la reina que se convirtió al cristianismo. Entonces el apóstol recibió sepultura en un lugar resguardado.
Historia del camino de Santiago
Pasaron los siglos, perdiéndose con ello el recuerdo del lugar donde estaba la tumba. Hasta que en el año 813, un eremita llamado Pelayo contempló durante varios días una lluvia inusual de estrellas fugaces sobre una colina. Una noche, durante un sueño, el apóstol se le apareció para indicarle el sitio exacto en el que fue enterrado.
Acto seguido comunicó la noticia a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, quien a su vez lo comunica al rey Alfonso II el Casto. Dicho rey se desplaza desde Oviedo para verificar el descubrimiento. De esta manera nace la primera peregrinación hacia lo que sería Santiago de Compostela, denominada Camino Primitivo.
Nacimiento de Santiago de Compostela
Tras certificar Alfonso II el Casto que está ante los restos del apóstol, es proclamado Patrón del reino Galaico-Astur. Sobre la tumba se construye una pequeña iglesia que poco a poco va rodeándose de asentamientos. Siglos más tarde construyeron en aquel lugar la famosa Catedral de Santiago de Compostela, conocida en el mundo entero.
Una de las interpretaciones más comunes es que Compostela proviene de la expresión latina campus stellae o campo de las estrellas, en referencia a las estrellas que indicaron la tumba del apóstol.
Peregrinaciones a Santiago de Compostela
Apenas descubrieron la tumba del apóstol comenzaron las peregrinaciones. Eran tiempos de dominación musulmana en España y este reclamo cristiano suponía un impresionante revulsivo para potenciar la Reconquista. Tras Jerusalén y Roma resultó la peregrinación más importante.
Razones para hacer el Camino de Santiago en la Edad Media
Las razones solían ser: solicitar una gracia, cumplir un voto o bien realizar esa búsqueda espiritual de la que hablamos antes. Aunque también en muchos casos se ofrecía como alternativa a una condena. Los miembros de las clases pudientes solían enviar a una persona a realizar el camino en su lugar.
Los peregrinos abandonaban sus pertenencias o vendían sus posesiones para financiarse tan largo viaje. Lo habitual es que la iglesia interviniera en esta gestión y terminara administrado los bienes. Aunque el viaje era de ida y vuelta, la dureza y peligros del Camino de Santiago lo convertían a menudo en un viaje sólo de ida. Para hacer frente a dichos peligros, los peregrinos solían ir en grupo con el objetivo de protegerse y ayudarse mutuamente.
Evolución del Camino de Santiago
El incremento constante del volumen de peregrinos obligó a mejorar los servicios existentes. Surgió así una red de apoyo formada por monasterios, iglesias, hospitales, posadas y albergues, algunos de los cuales aún siguen en activo. El Camino fomentó además el nacimiento de pueblos y ciudades.
Incluso aparecieron órdenes militares encargadas de proteger las hospederías, puentes y demás lugares por los que pasaban los peregrinos. La Orden de Santiago es un magnífico ejemplo.
En el siglo XVIII, tras años de auge imparable, comenzó su gradual declive. Hasta llegar casi a nuestros días. En los años ochenta del pasado siglo, con la ayuda de la visita del Papa Juan Pablo II a Santiago de Compostela, comenzó su nueva edad de oro. Desde entonces son miles los peregrinos que cada año deciden hacer la ruta, ya sea andando, corriendo, en bicicleta o a caballo.
El Camino de Santiago es una famosa peregrinación con rumbo a la ciudad gallega de Santiago de Compostela. Además de honrar los restos del apóstol en la catedral, supone un viaje espiritual hacia el interior del peregrino.
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