Cerrando ciclos, la manera más eficaz de avanzar en la vida
La vida es una sucesión de etapas que nos ayudan a acumular experiencias y conocer, a base de errores, aquello que no nos interesa. Y es que, aunque generalmente dolorosos, estos errores resultan la mejor escuela para enseñarnos cómo hacerle frente a la vida. Ir cerrando ciclos vitales implica evolución personal.
Los seres humanos buscamos siempre liberarnos de todo aquello que no nos hace bien. Pero no sólo esto, también a menudo necesitamos acabar con aquello que un día empezamos con ilusión y ya no nos atrae. Cuando terminamos con un asunto que teníamos pendiente, terminamos una relación que ya no funciona o dejamos un trabajo que apenas nos aporta algo, estamos cerrando ciclos.
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El alma se purifica entonces y nuestro espíritu respira libre. Aunque lo ideal es hacer un cierre de ciclo perfecto, lo cierto es que no siempre ocurre. A veces el cierre resulta imperfecto, pero sigue teniendo su efectivo resultado. Lo importante es hacerlo honestamente, intentando siempre no dañar a otra persona.
La certeza absoluta para dar este paso no siempre se produce. Muchas veces finalizamos una etapa sin saber muy bien por qué, aunque interiormente algo nos indica que es el momento adecuado. Ese será el referente que debemos seguir. Cuando la llama surge es que alguna situación, o conjunto de situaciones sirvieron de combustible.
Al terminar una etapa es muy habitual pensar en aquello de borrón y cuenta nueva. Como si no hubiera pasado nada. Sin embargo sí ocurrió y quedan cicatrices en el alma. Dichas cicatrices ejercen de aprendizajes que sirven de consejos para el futuro.
Maneras de ir cerrando ciclos
Un concepto fundamental que hay que tener en cuenta a la hora de terminar una etapa vital es el de ser conscientes de que existió, sin que nos obsesionemos con que podríamos haber hecho las cosas de otra manera. Sólo así podremos seguir adelante.
Para terminar un ciclo concreto debemos realizar una acción, normalmente. Es decir, hablar con la pareja con la que compartimos nuestra vida para decirle que se ha acabado la relación; decirle a nuestro jefe que dejamos el trabajo; abandonar la pelea familiar por una herencia…
Debemos hacer una declaración de intenciones confirmando que algo se ha terminado. Como No voy a volver a hablar con mi ex para pedirle explicaciones o No voy a volver a intentar aprender a esquiar.
Con la ayuda de un sencillo ritual se pueden combinar la acción y la declaración. Por ejemplo, declaramos que no queremos volver a ver a determinada persona. A continuación escribimos una carta en la que explicamos el porqué, pero no la enviamos nunca. Incluso podemos tener una foto de esa persona y quemarla. Tras desprendernos de las cenizas, nos olvidamos de la persona para siempre.
Ir cerrando ciclos es una manera natural de evolución personal del ser humano. Las experiencias vividas sirven de aprendizaje para el futuro y al cerrar etapas evitamos depender eternamente de personas o situaciones que no nos interesan.
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