Consagración como forma de entrega a Dios
La palabra consagración implica que algo o alguien se torne sagrado, o alcance una posición privilegiada con respecto a los demás. Define tanto la acción como el hecho de ser consagrado.
En la Edad Antigua, se acostumbraba a consagrar a los reyes ungiéndolos con aceites especiales. Se dice que los primeros en realizar estos rituales fueron los hebreos: Saúl y David fueron consagrados por Samuel y Salomón. En el cristianismo, el primer príncipe a ser consagrado fue Justino II, en el año 565.
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En cada religión, existe un ritual propio, tanto de las palabras que deben ser pronunciadas como de los gestos a ser realizados.
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La Consagración en la religión
La Consagración como ceremonia implica que nada que es entregado a Dios puede ser destruido. Es una relación personal que, en el sentido teológico, también puede llegar a implicar una transformación o santificación.
Si hablamos de la religión, cuando un elemento es consagrado implica que, a través de una ceremonia o de una oración, se destina al culto divino. La consagración hace referencia al acto en el cual se genera la ordenación de una persona como predicador, sacerdote o creyente en una determinada religión.
No todas las personas pueden consagrarse, en estos casos, ya que se trata de un proceso especial en el que se habla de un momento que implica un grado de conocimiento elevado. Si se aplica a personas, cuando un hombre es consagrado indica que forma parte de la Iglesia Católica. Se dice que las mujeres no pueden ser consagradas ya que no pueden ser ordenadas como sacerdotes.
En ocasiones, la consagración implica que cualquier creyente puede dedicar su vida a seguir a Cristo como un miembro de su Iglesia. La consagración implica, entonces, una experiencia espiritual de entrega.
Cuando decimos que nos damos por entero a algo o a alguien es porque ponemos en sus manos nuestra vida, proyectos, en pocas palabras estamos entregados en cuerpo y alma a una causa. En términos religiosos, implica una entrega a Dios. El sacrificio que antes era realizado a través de animales ya no incluye la entrega de nuestra alma como parte de la consagración.
Consagración de las familias
Las personas se consagran a Dios para que Él pueda obrar directamente sobre ellas o para crecer en la fe. Los resultados son los mismos, una vida en la que prevalece el amor de Dios y sus enseñanzas.
Las familias también pueden ser consagradas a Dios para garantizar que todos sus miembros sean protegidos y para que se mantenga el vínculo a lo largo del tiempo. Es común que sean consagradas al Sagrado Corazón de Jesús a la Santísima Virgen María.
No siempre se trata de un ritual complejo ya que a través de sencillas acciones es posible entregarnos durante la consagración. Por ejemplo, lo primero que puede hacerse a primera hora de la mañana es la consagración de la jornada que está por comenzar a través de una frase simple expresada por Santa Teresa de Calcuta: “María, dame tu corazón, tan hermoso, puro e inmaculado, tan pleno de amor y humildad que yo pueda recibir a Jesús en el Pan de Vida, amarle como tú le amas y servirLe en el rostro angustiado de los pobres”.
En otros escenarios, cuando hablamos de un escritor o artista consagrado hacemos referencia a una persona que ha alcanzado el máximo reconocimiento en el área en que se desempeña.
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