Coronilla de la Divina Infancia, la protección de Jesús Niño
Una de las devociones más populares dentro de la Iglesia Católica, es la fe en los méritos de la infancia de Jesús. Personajes como San Francisco de Asís y Santa Teresa de Ávila, estuvieron comprometidos con esta hermosa doctrina.
Entre las historias más conocidas, relacionadas con el fervor hacia el Niño Jesús, figura el encuentro del Divino Infante con la religiosa carmelita, Margarita del Santísimo Sacramento (1619 – 1648), en el año 1636.
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El acontecimiento tuvo lugar en el Convento del Carmen, ubicado en Beaune (Francia), y durante su aparición el Maestro Jesús sostuvo una conversación con la hermana carmelita.
En el diálogo, la manifestación celestial indicó que aquellos que desearán una gracia divina, debían solicitarla por los méritos de su infancia, a través de la cual nada les sería recusado.
Margarita del Santísima Sacramento, posteriormente reconocida como venerable, recibiría la inspiración divina necesaria para componer la Coronilla de la Divina Infancia, una oración que habría salvado a Beaune de innumerables desastres.
Esta plegaria es invocada para obtener protección divina durante períodos de gran contrariedad, o para asegurar el resguardo de los más pequeños (niños) y ancianos de la familia, además de proteger el hogar.
Tradicionalmente, la Coronilla de la Divina Infancia se recita los días 25 de cada mes, y como novenario del 25 de enero al 02 de febrero, por la conmemoración de la presentación del Niño Jesús al templo.
Sin embargo, los creyentes pueden recitar la Coronilla de la Divina Infancia ante cualquier momento de aflicción, o cuando necesiten del consuelo divino, para superar las pruebas más difíciles.
¿Cómo rezar la Coronilla de la Divina Infancia?
La invocación de la Coronilla de la Divina Infancia conlleva un ritual un poco extenso; no obstante, los creyentes aseguran, que el solo hecho de cumplir con este oficio religioso, proporciona inmensa paz.
Se inicia con la oración a la Santa Cruz:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
No olvides acompañar la plegaria, con la señalización de la Santa Cruz sobre tu persona, tal y como indica la liturgia de la Iglesia Católica.
Seguidamente, comienza la entonación de la Coronilla de la Divina Infancia (cuya inspiración se atribuye a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento). Puedes utilizar un rosario, para estimular la concentración en el proceso.
Adorada y glorificada sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Adorado y glorificado sea el Padre. El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (rezar un Padre Nuestro).
Adorado y glorificado sea el Hijo. El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (rezar un Padre Nuestro).
Adorado y glorificado sea el Espíritu Santo. El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (rezar un Padre Nuestro).
Culminado el tercer Padre Nuestro, se da inicio a una meditación sobre los misterios de la Divina Infancia, acompañada por la siguiente jaculatoria:
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu Encarnación. El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de la Visitación (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu Nacimiento (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de la Adoración de los Pastores (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu circuncisión (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu epifanía (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu presentación en el Templo (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de la huida a Egipto (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu permanencia en Egipto (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu regreso a Nazaret (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu vida oculta en Nazaret (rezar un Ave María).
Dulcísimo Niño Jesús, yo te adoro en el misterio de tu pérdida y hallazgo en el Templo (rezar un Ave María).
Para cerrar el ciclo de la Coronilla de la Divina Misericordia, se recita la siguiente oración, que se transcribe a continuación:
Oh Dios mío, que te dignaste constituir a tu Unigénito Hijo Salvador del género humano, y ordenaste que se llamara Jesús,
concédenos que, los que veneramos su Santo Nombre en la Tierra, gocemos de su presencia en los cielos.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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