Desencarnados: espíritus anclados a la Tierra
El término desencarnados alude a las almas de aquellas personas que, tras dejar su cuerpo (desencarnar), no completaron el proceso de migración en el momento de la muerte, y permanecieron anclados en una especie de limbo entre el mundo espiritual y el mundo material.
Existen muchas razones por la que los desencarnados deciden no transcender al plano espiritual, una de las principales es la falta de fe en la Divinidad o la creencia en su no existencia.
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También puede suceder que los desencarnados se crean indignos de trascender o de la Misericordia Divina, o decidan conscientemente permanecer en la tierra por la necesidad de estar cerca de sus seres queridos.
Otros deciden permanecer por apego a sus posesiones materiales (dinero, propiedades), o para satisfacer necesidades bajas (venganza), por lo que se adhieren al campo áurico de determinados individuos con el propósito de traerles desgracias e infortunio.
Esta situación puede ser utilizada por personas inescrupulosas, como practicantes de la Magia Negra, quienes potencian la acción de los desencarnados para causar un mayor daño, afectando al individuo incluso a nivel psicológico y material.
Sea por razones negativas o positivas, la presencia de desencarnados en el mundo material no es natural, y generan desgaste de energía a aquellas personas a las que se adhieren. Por ello debemos ayudarlos a retomar el camino, utilizando el amor y la invocación de la Divinidad.
Desencarnados y la fuerza del amor
Es comprensible que, después del fallecimiento de seres queridos o personas que ejercieron una influencia benéfica en nuestra vida, sintamos alivio al percibir cerca su presencia, así sea de forma inmaterial.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que esto representa hasta cierto punto, un poco de egoísmo de nuestra parte. Mientras más tiempo permanezcan a nuestro lado, más se alejaran del trabajo espiritual que deben ejecutar para su próxima encarnación.
Si practicas la espiritualidad y crees en la existencia de Dios, la Divinidad, el Universo o como desees nombrar a la deidad, debes ser consciente de los ciclos de vida, muerte y renacimiento.
Es un tema sensible para todos, sobre todo cuando hay amor de por medio y la necesidad de proximidad, pero es el momento en que la fe debe prevalecer. Mantén la seguridad de que, aun a través de la distancia entre los mundos material y espiritual, el amor puede ser sentido y la luz que envíes será recompensada.
Una luz para el camino
Existen diferentes métodos para ayudar a los desencarnados a trascender al mundo espiritual.
En la Metafísica se emplean invocaciones a la Divina Presencia y los Maestros Ascendidos, además de visualizaciones con las Llamas o Rayos, especialmente las de color Violeta, Azul, y Blanco.
La Terapia de Respuesta Espiritual (TRE) también trabaja la separación de entidades desencarnadas, que se han adherido al aura de una persona, a través de un proceso de limpieza y sanación espiritual, que involucra el uso del péndulo y los gráficos propios del sistema.
Otro de los métodos más populares, consiste en la celebración de oficios religiosos (misas) o rosarios en nombre del fallecido, y siempre y cuando estos métodos estén de acuerdo con las creencias de quien las realiza.
Una técnica más personal comprende encender una vela por el desencarnado y rezar una plegaria para brindarle luz y esperanza.
El escritor francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, conocido como Allan Kardec (1804 -1869), en su libro póstumo “Colección de Oraciones Espíritas” presenta dos plegarias para contribuir a la ascensión de los recién fallecidos.
A continuación la transcripción de una de ellas, dictada a un médium de Bourdeux (Francia), en el momento que veía pasar el entierro de un desconocido:
Señor Todopoderoso, que vuestra misericordia se extienda sobre nuestros hermanos que acaban de dejar la Tierra.
Que vuestra luz resplandezca a sus ojos. Apartadlos de las tinieblas; abrid sus ojos y sus oídos. Que los buenos Espíritus les envuelvan y les hagan oír las palabras de paz y esperanza.
Señor, por indignos que seamos, nos atrevemos a implorar vuestra misericordiosa indulgencia a favor de aquél de nuestros hermanos que acaba de ser llamado del exilio; haced que su regreso sea el del hijo pródigo.
Olvidad, Dios mío, las faltas que ha podido cometer, para acordarnos del bien que hizo. Vuestra justicia es inmutable, lo sabemos, pero vuestro amor es inmenso; os suplicamos suavizar vuestra justicia por esa fuente de bondad que mana de vos.
Que la luz se haga para ti, hermano mío, que acabas de dejar la Tierra. Que los buenos Espíritus del Señor desciendan hacia ti, te envuelvan y te ayuden a sacudir tus cadenas terrestres.
Comprende y mira la grandeza de Nuestro Señor; sométete sin murmurar a su justicia, pero no desesperes jamás de su misericordia.
¡Hermano! Que un serio retorno a tu pasado te abra las puertas del porvenir haciéndote comprender las faltas que dejas detrás de ti y el trabajo que te queda para repararlas.
Que Dios te perdone y que sus buenos Espíritus te sostengan y te animen. Tus hermanos de la Tierra orarán por ti y te piden que ores por ellos.
Es importante recordar que, cualquiera de los actos realizados para liberar a un desencarnado, deben hacerse desde el amor, y no cuando el oficiante se encuentre dominado por emociones de baja vibración (odio, tristeza, o miedo), ya que esto puede resultar contraproducente y desencadenar una reacción adversa por parte de la entidad.
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