Dogmatismo: conoce sus virtudes y peligros
Según el diccionario de la Real Academia Española, dogmatismo es una “Presunción de quienes quieren que su doctrina o sus aseveraciones sean tenidas por verdades inconcusas.” Es decir, verdades irrefutables sin cualquier atisbo de dudas. Pero también menciona la “Concepción filosófica opuesta al escepticismo, la cual considera la razón humana capaz del conocimiento de verdades absolutas.”
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El dogmatismo y el escepticismo
Desde los primeros filósofos, pasando por Aristóteles, Descartes, Kant, Nietzsche Heidegger, Sartre y tanto otros se han desarrollado teorías que buscan de distintas maneras llegar a comprender el cómo los seres humanos comprenden el mundo. Y las cosas y su relación con el universo.
Pero, ¿puede el ser humano descubrir la verdad de la cosas? o ¿no puede descubrir la verdad? Según la corriente filosófica del escepticismo, el ser humano no puede alcanzar a descubrir la verdad de todas las cosas. Por diversos motivos el ser humano es incapaz de comprender o de expresar la totalidad del conocimiento. Sea porque no existe una verdad absoluta o porque está limitado a acceder a esas verdades. Entonces tendría que limitarse a conocimientos inferiores de certezas.
Por otra parte, tenemos la línea filosófica del dogmatismo. Afirma que hay una verdad sólida y conocible y que el ser humano puede acceder a esta verdad gracias a sus múltiples capacidades sensoriales, cognitivas, intelectuales, místicas o por la iluminación de “poderes superiores”. Las verdades fundamentales, no necesariamente deben ser reveladas o irreflexivas. También a través de la razón y de la investigación se puede acceder a ellas.
El dogmatismo en la religión
En el ámbito religioso, el dogma no es una postura ingenua y crédula. Sino que se fundamenta en verdades reflejadas, fundamentadas, necesarias y reveladas por la divinidad que orientan los principios y las acciones de los creyentes. La teología, en el desarrollo de su ciencia, siempre está cuestionando los dogmas, para llegar a las verdades y que éstas sean los cimientos de la revelación divina y de la fe.
Las religiones necesitan de dogmas para el entendimiento de la fe. Lo divino es el objeto principal de la creencia y este ser en su totalidad está más allá de las posibilidades cognitivas del ser humano. Por ello estos dogmas se basan en tradiciones, experiencias comunitarias, personales o antropológicas.
Así, estas verdades incuestionables que fundamentan la fe son los dogmas que reafirman al creyente y que según algunos estudiosos dicen que puede tornar peligroso al dogmatismo.
Los peligros del dogmatismo
Algunas corrientes religiosas se han aferrado a ciertos dogmas y los plantean como “revelaciones o verdades irrefutables”, impidiendo a la misma ciencia teológica a hacer su trabajo. De alguna manera, estamos hablando de la paradoja del dogmatismo. Si su fundamentación original es llegar a las verdades a través del conocimiento, este mismo dogmatismo patológico cierra las posibilidades de aprender sin límites, “cierra la puerta” del conocimiento porque ya ha encontrado una verdad inconcusa.
Estos fundamentalismos se asientan en las tradiciones o las leyes que determinan ciertas religiones, cerrando la puerta a todo diálogo. El dogmatismo patológico niega el pluralismo. Quiere imponer una “doctrina oficial”, que se base en las normas y tradiciones, en los dogmas establecidos. Un ejemplo claro de un dogmatismo enfermo es el caso de la condenación de Jesús que cuestionó los dogmas, valores y tradiciones de su época. Y fue condenado a la cruz por los que tenían el poder.
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