Hacer de la meditación un hábito diario: descubre cómo conseguirlo
Hay etapas en la vida en la que dejamos de guiarnos por la premura para centrarnos en los beneficios de la paz y la relajación. Descubrimos entonces que es posible vivir la vida de otra manera. Vale la pena viajar al interior de uno mismo ya que nos ofrece mundos tanto o más fascinantes que los del exterior. Para ello es recomendable hacer de la meditación un hábito diario.
No es tarea fácil mantener una constancia. El trabajo, los hijos o las obligaciones del hogar impiden en muchos casos lograr cierta regularidad. Por eso es necesario manifestar la fuerza de voluntad necesaria para conseguir el objetivo propuesto. Solo así podremos obtener los beneficios generados por esta práctica.
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Cómo hacer de la meditación un hábito diario
Elegir el lugar donde meditar
El sitio elegido debe ser adecuado para meditar. Cuanto más tranquilo y solitario mejor. Hay que evitar las interrupciones por lo que debemos asegurarnos de que el lugar no será frecuentado durante nuestra práctica. Puede ser tanto una esquina del dormitorio como la de otra estancia poco concurrida.
Para facilitar la meditación es recomendable sentarnos en el suelo sobre un cojín. A nuestro alrededor no debe haber ningún objeto que nos distraiga. Sí es adecuado colocar aquellos que favorezcan la relajación, como pueden ser una vela, un mandala o una lámpara de sal.
Fijar siempre el mismo momento del día para la práctica
Dependiendo de nuestro trabajo, rutinas y propia personalidad, buscaremos ese momento del día en el que nos sentimos más receptivos para arañar unos minutos de reconfortante calma en nuestra ajetreada vida. El tiempo que le dediquemos dependerá de nosotros. Podemos empezar con pocos minutos e ir aumentando progresivamente o bien meditar dos veces al día.
Adoptar la postura adecuada
Una vez sentados en el cojín, debemos permanecer con la espalda recta, aunque evitando la rigidez. No estamos clavados en el suelo sino tan solo apoyado. Las manos descansan relajadamente.
La tranquilidad reduce la tensión del cuerpo y ralentiza la velocidad del pensamiento. Tratamos de dejar la mente en blanco, centrándonos exclusivamente en la respiración. Respiramos con profundidad tres veces. Al hacerlo observamos el efecto del aire por nuestro cuerpo. No es momento de hacernos preguntas, tan solo observar.
A continuación respiramos como siempre para luego observar de nuevo los movimientos de la respiración. Poco a poco nos sentiremos más relajados.
Evita los pensamientos
El paso de los minutos puede dar lugar a que perdamos la concentración. Un fatídico momento en el que los pensamientos retornan a la mente. Para evitarlo intentamos recuperar la atención sobre la respiración.
Lo importante: mantener el objetivo propuesto
Al principio obviamente resultará más difícil alcanzar el nivel de concentración necesario. Sin embargo, la constancia llevará al objetivo propuesto y conseguirá que podamos hacer de la meditación un hábito diario.
7 Beneficios de la meditación
- Permite que la mente se relaje y favorece el descanso
- Ayuda a mejorar la estabilidad emocional
- Su práctica impulsa a que se tome mayor consciencia personal
- Favorece el sueño y la calidad del mismo
- Sirve para mejorar la memoria
- Potencia la activación de zonas del cerebro asociadas a los sentimientos de empatía, amor altruista y compasión
- Consigue que los niveles de depresión y ansiedad se reduzcan