Inmaculada Concepción, libre del pecado original
La Inmaculada Concepción, también conocida como Purísima Concepción, es el dogma de la Iglesia Católica que afirma la ausencia del pecado original en María, virgen que traería al mundo a Nuestro Señor Jesucristo.
A veces se confunde este dogma con el concepto del nacimiento virginal de Jesús, para el que no hizo falta varón, y donde María permaneció virgen, antes, durante y después del nacimiento del hijo de Dios.
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Y es que la gracia de ser la madre de Jesús evitó que la Virgen María pudiese recibir cualquier tipo de mancha o efectos derivados del pecado original. Dicho pecado es transmitido a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva.
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Establecimiento del dogma de la Inmaculada Concepción
La expresión “llena de gracia”, con lo que el arcángel Gabriel la saluda y se encuentra recogida en el Ave María, sirve para reafirmar el concepto de Inmaculada Concepción del que hablamos.
Y su reconocimiento oficial fue realizado mediante la bula Ineffablis Deus, proclamada el 8 de diciembre de 1854. En ella Pío IX establecía el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
La Inmaculada Concepción patrona de la Infantería Española
Está vinculado este patronazgo al conocido como milagro de Empel. Ocurrió entre los días 7 y 8 de diciembre de 1585, durante la Guerra de los Ochenta Años.
Dicha guerra se produjo en tiempos de la Guerra de Flandes. En ella el ejército español consiguió romper el cerco al que era sometido por los rebeldes holandeses, prácticamente después de encontrar enterrada una tabla con la imagen de la Inmaculada Concepción.
El Tercio Viejo de Zamora derrotó con la ayuda de la Purísima a una flota de diez navíos holandeses. Tan gesta se produjo tras refugiarse los soldados del Tercio, hambrientos y sin ropas secas, en el monte Empel. Al cavar un soldado una trinchera apareció enterrada una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.
La aparición elevó la moral de las tropas y atacaron por sorpresa al enemigo, logrando vencerlo. Entonces se convirtió en patrona de la Infantería, siendo ratificado este patronazgo trescientos años después con la bula Ineffabilis Deus.
Más tarde, en 1892, el doce de noviembre, mediante solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España y por real orden la entonces Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo se declaró Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.
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