Jesucristo, el hijo de Dios que murió para salvarnos
Jesucristo es sin duda el personaje más importante de la historia de la humanidad, para los cristianos.
Los judíos niegan su divinidad, pues es incompatible con su concepción de Dios. Para el islam, en cambio, es considerado como uno de los profetas más importantes y se le conoce como Isa.
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La historia clásica de Jesucristo puede definirse como la de un predicador judío que vivió en las regiones de Galilea y Judea a principios del siglo I de nuestra era. Tras el comienzo de una vida pública de predicación, cuando era adulto, su polémica revolución de paz hizo que fuera crucificado y muriera en torno al año treinta, bajo el gobierno de Poncio Pilato.
Bajo este brevísimo resumen debemos ver la verdadera esencia de Jesucristo. Dios, padre e hijo a la vez. Que tanto amor tenía por todos nosotros que se hizo hombre y vino al mundo sólo para salvarnos. Esa conversión en carne humana le hizo sufrir el desprecio, el odio y la incomprensión de buena parte de la población.
Tan peligrosas se llegaron a ver sus ideas y predicaciones de paz y amor que terminó siendo apresado y crucificado entre dos ladrones. Sin embargo, su profundo amor por el género humano y el hecho de ser Dios le hizo resucitar para redimir a los hombres.
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Jesucristo en el Nuevo Testamento
Jesucristo es el hijo de Dios que vino al mundo para redimirnos tras convertirse en hombre, morir y resucitar al tercer día. Y lo hizo todo para salvarnos.
Los evangelios son la fuente principal para conocer la vida de Jesucristo, además de ser la base de las diferentes interpretaciones que hacen de Él las distintas ramas del cristianismo.
Los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo Testamento son considerados libros sagrados por todas las confesiones cristianas. Son los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En ellos se narra la vida de Jesucristo y sus palabras.
Es decir, se da la buena nueva del complimiento de la promesa que Dios hizo a Abraham, Isaac y Jacob que redimiría a sus descendientes del pecado a través de la muerte de su hijo Jesucristo. Éste moriría por todos y resucitaría al tercer día para perdonar a todos de sus pecados a todos aquellos que crea en Él.
Milagros de Jesucristo
Sus milagros han dado lugar a controversia para los escépticos, pues los consideran propios del género de ficción literaria. Sin embargo, sorprenden por su verosimilitud. Son relatos sencillos de milagros realizados sin buscar ningún tipo de aparatosidad.
Además, es destacable la autoridad que ejerce Jesucristo al realizarlos. Los milagros que aparecen en la literatura rabínica suelen producirse tras largas oraciones. En cambio con Jesucristo se hacen con tan sólo una palabra o un simple gesto, logrando resultados inmediatos.
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