La maldición del zafiro morado de Delhi: conoce su misteriosa historia
A veces las historias más atractivas las tenemos delante de nuestras narices y somos incapaces de darnos cuenta. Entonces un día, por una casualidad o accidente fortuito, descubrimos algo que despierta todo nuestro interés. Como le ocurrió al conservador del Museo de Historia Natural de Londres al toparse con la maldición del zafiro morado de Delhi.
Una amatista morada sin ningún interés destacable a primera vista pero que resultó ser un mirlo blanco en cuanto a maldiciones se refiere. De buenas a primeras esta piedra preciosa, identificada erróneamente en el siglo XIX como un zafiro, resultó ser una joya maldita con un pasado lleno de tragedias y muertes.
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Pasaron treinta años desde que la piedra fue donada al museo hasta que Peter Tandy, el conservador que la encontró, decidió abrir la caja que lo guardaba. Tres décadas de silencio para despertar de nuevo el oscuro misterio relacionado con su historia, y con una escalofriante nota de advertencia para aquellos que tuvieran intención de poseerla.
La maldición del zafiro morado de Delhi
La rebelión producida en la India en 1857 contra el ejército británico es el origen de esta historia. Parte de la represión ejercida por los británicos como respuesta al levantamiento indio se tradujo en la relativa manga ancha por parte de las autoridades respecto a los saqueos de los soldados en templos y palacios.
Uno de los templos desvalijados fue el Templo de Indra en Cawnpore (actual Kanpur). Un lugar sagrado dedicado al dios hindú Indra, el rey de los dioses y señor del cielo. Allí, el coronel W. Ferris se hizo con lo que pensaba que se trataba de un zafiro morado del templo.
Comienzan las desgracias
Al regresar a Inglaterra una serie de problemas financieros le llevaron casi a la bancarrota. Al principio Ferris pensó que la culpa de su ruina y la de su familia era únicamente culpa de su mala gestión. Sin embargo, al comprobar que otros miembros de la familia sufrían diversas enfermedades centró su atención en el zafiro morado de Delhi. Sobre todo cuando al dejarle un tiempo la piedra a un amigo éste se suicidó sin justificación alguna.
Edward Heron-Allen, el creador de la extraña nota de advertencia
La joya pasó al hijo del coronel Ferris y este se deshizo de ella entregándosela en 1890 al prestigioso escritor y científico amigo de Oscar Wilde, Edward Heron-Allen. Su gran erudición y carácter racional le permitieron custodiar la piedra sin dejarse influenciar por cualquier tipo de superstición. No obstante, en apenas unos meses el afamado escritor comenzó a atribuir ciertos eventos desafortunados a la maldición del zafiro morado de Delhi.
Para neutralizar su mal hizo rodear el zafiro (ya dijimos que en realidad es una amatista) con un anillo de plata con forma de serpiente de doble cabeza. Añadió además dos escarabajos y grabó el anilló con los símbolos del zodiaco. Parece ser que estas medidas lograron que durante unos años no diese problemas la piedra.
Nuevas desgracias
En 1902 dejó la joya a un amigo y tal amistad se resintió. Al devolvérsela Heron-Allen volvió a sufrir desgracias, motivo por el cual acabó lanzándola al Regent´s Canal, que pasa al norte del centro de Londres. Lo que no esperaba el escritor es que meses después, el zafiro morado de Delhi fue encontrado y llevado a un joyero que la reconoció como aquella que había montado en un anillo. Como hombre honrado que era se la devolvió al escritor.
La joya sería prestada otra vez a una cantante profesional que finalizó su carrera poco tiempo después de llevarla encima. Desesperado, Heron-Allen decidió guarda aquella piedra maldita en siete cajas llenas de amuletos. A continuación la guardó en la cámara acorazada de su banco con instrucciones para que no se abriese hasta 33 años después de su muerte.
La nota de advertencia
Apenas murió en 1944, su hija envió aquella joya maldita al Museo de Historia Natural de Londres, donde permaneció olvidada hasta que la encontró Peter Tandy en 1972.
Junto a la caja que albergaba el zafiro, Tandy encontró una nota de advertencia en donde se detallaba su origen todas las desgracias sufridas por sus poseedores. Se advertencia queda resumida en estas líneas:
Aquel o aquella que abra esta caja, primero debe leer esta advertencia, y a continuación hacer lo que quiera con la joya. Mi consejo para él o ella es tirarlo al mar. El Juramento Rosacruz me impide hacerlo, si no lo hubiera hecho ya hace mucho tiempo.