Leyendas colombianas: Candileja, madre de agua y Dorado
Las leyendas colombianas son historias que se han repetido de generación en generación. Muchas sobreviven desde el tiempo de sus habitantes originarios y otras han sido importadas de la cultura española, mezcladas con creencias populares y adaptadas a la cultura colombiana.
Muchas de las leyendas colombianas se repiten en varios países de Latinoamérica, lo que demuestra un paisaje y características comunes de todo el pueblo hispanohablante.
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Leyendas colombianas. La Candileja
Una de las leyendas colombianas más conocidas es la de La Candileja.
Se dice que es el espectro de una mujer que fue martirizada y asesinada en el Valle de las Tristezas (La Tatacoa, Colombia). Cuenta la leyenda que fue quemada viva junto a sus hijos, al interior de su casa y nadie le prestó auxilio.
Otras versiones hablan de una tía que se envolvió sexualmente con sus sobrinos y fue condenada al fuego eterno. Y aún hay otras versiones de una abuela que fue condenada por criar muy mal a sus nietos.
Cualquiera sea la versión original, el fenómeno que se produce es el mismo, una bola ardiente de tres llamas, también conocida como la luz viajera, con apariencia de fuego infernal, que además produce un escandaloso ruido a medida que se acerca a su objetivo.
Se dice que inicia los incendios en los bosques, espanta a los caballos y jinetes, provoca las grandes sequías, persigue a los hombres irresponsables, los borrachos y a los niños que se portan mal.
Muy temida, no hay rezo ni oración que pueda calmar su furia. Se dice que la única forma de protegerse de ella es caminar cerca de arroyos y ríos, o, cuando aparece, decirle groserías e insultarla, tratándola de vieja alcahueta y endemoniada.
La Madre de Agua
Otra de las leyendas colombianas muy populares es la de La Madre de Agua. Se dice que es un ser anfibio que vive la mayor parte del tiempo debajo del agua.
La antigua leyenda india cuenta que encanta a los jóvenes, desde las profundidades, rodeada de algas, piedras preciosas y usa un bastón de coral.
Trata de aplacar su amargura seduciendo a los jóvenes indios, ya que se cree que era una joven española que estaba enamorada por un indio, con el cual tuvo un hijo, pero su abuelo español nunca aprobó dicho romance, asesinando al joven y despojándola de su hijo.
La joven de cabellos rubios y hermosos ojos azules, enloqueció y mintiéndose al río acabó por morir ahogada. Desde entonces, cuenta la leyenda, que en las noches tranquilas y estrelladas se oye una canción de arrullo tierna y delicada, es la Madre del agua que busca consuelo en los ríos buscando a su hijo.
Esta hermosa mujer que sigue buscando a su hijo, puede ser benéfica en algunos casos, cuida a los niños, encanta a pescadores y jóvenes con su belleza, pero en días o noches de desesperación hace temblar la tierra, provoca inundaciones, contamina las aguas tornándolas putrefactas e infectándolas ocasionando enfermedades a quienes se bañen en aquellas aguas envenenadas.
El Dorado
Tal vez la leyenda más conocida asociada a la conquista española tiene origen colombiano y se denomina el Dorado.
Muchas son las versiones sobre el Dorado, algunas incluso han llegado a la pantalla grande, sin embargo, una de las hipótesis más aceptadas es que esta leyenda nació en Colombia.
La historia cuenta que en la tribu de los Muiscas, cuando se escogía al nuevo Zipa, (Cacique o gobernador) éste era despojado de sus ropajes Y untado con trementina y polvo de oro, en un rito solemne y silencioso. Luego lo subían a una balsa (también hecha de oro), que llegaba hasta el centro de la laguna. Siguiendo, el aspirante a Zipa se sumergía en el agua, todo el pueblo esperaba expectante hasta que el joven reaparecía del baño sagrado, ayudado por la diosa de las aguas. Así. con este este baño sagrado, se consagraba al nuevo gobernante.
Los súbditos cantaban de júbilo y alegría, arrojaban ofrendas a la laguna: figuras de oro, pulseras, coronas, collares, alfileres, pectorales, vasijas huecas con formas humanas, cántaros y jarras de barro llenas de esmeraldas. Esta ceremonia fue conocida como el Dorado, que se repetía cada vez que el pueblo Muisca elegía a su nuevo gobernante.
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