Leyendas de la noche de San Juan, fantásticas historias
El origen de las leyendas de la noche de San Juan, nacen de las fiestas paganas, y se hacen para celebrar el solsticio de verano en el hemisferio norte, el 21 de junio, y en el hemisferio sur se celebra también en junio pero cuando empieza el invierno.
Su rito principal es encender hogueras para dar más fuerza al sol. Hoy en día están vinculadas al nacimiento de San Juan Bautista, una figura mítica y muy querida del cristianismo, el 24 de junio.
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En muchos pueblos, en la noche de San Juan, la gente se queda despierta toda la noche, festejando en las calles o en casas de amigos. Cada país la celebra de diferentes maneras: saltando hogueras, instalando muñecos de trapo en las playas que arden al llegar la media noche con deseos secretos en su interior, con baños sagrados, con juegos con el diablo o con diversos rituales paganos o cristianos.
Leyendas de la noche de San Juan
La Fajã de San Juan
La primera de las leyendas de la noche de San Juan cuenta que, en el año 1757, en la Fajã (tierra baja o pequeña extensión de terreno plano, susceptible de cultivo, junto a una roca, generalmente a la orilla del mar) de San Juan, en la isla de San Jorge, Azores, Portugal, vivía una mujer pobre con su hija.
Como era bastante vieja, y debido a su pobreza, era molestada por sus vecinos que se burlaban de ella. Eran tiempos de dificultades económicas, faltaba la comida y el pan de maíz era la base de alimentación de las poblaciones. La viejita y su hija estaban poniendo el fuego en el horno para calentarlo y amasaban el pan, cuando golpearon a la puerta.
Apareció una hermosa señora vestida de blanco que la anciana no conocía. Sin embargo, la anciana le dijo con buena educación:
“Entra, ven a mi casa, me gusta compartir con quien entra lo que tengo”. La señora dio sólo un paso dentro de casa y le respondió a la anciana: “No puedo quedarme, vengo a decirte que le digas a toda la gente de esta tierra que huya de este lugar y vaya a la sierra antes de llegar la noche”.
Así, la anciana dejó su trabajo y fue de puerta en puerta, llamando a la gente y diciéndoles a todos que huyeran de sus casas porque iba a suceder un acontecimiento terrible. Nadie le creyó. Pero la anciana se puso inmediatamente en camino a la sierra, acompañada sólo por su hija.
Era la noche de San Juan y alrededor de la medianoche la tierra comenzó a temblar. Se inició un gran terremoto, las laderas de las montañas y de los altos acantilados se derrumbaban. Las rocas enormes rodaban para la fajã, caían al mar, otras sobre las casas y sus habitantes, destruyendo los terrenos cultivados.
Cuando el sol nació, por la mañana, la vieja encontró una enorme destrucción. Oyó también los últimos gritos de las personas que poco a poco se fueron transformando en murmullos hasta que se extinguieron por completo. Desde ese momento, las personas que sobrevivieron creyeron en la vieja y decían que era la mismísima Virgen María quien le había advertido de la tragedia.
Los Caballucos del Diablo, de Cantabria
Otras de leyendas de la noche de San Juan cuenta que los Caballucos son siete, que se corresponden con los colores: rojo, blanco, negro, azul, verde, amarillo y naranja. Cruzan caminos dejando huellas de herraduras sobre todo lo que pisan. A veces los caballos se paran agotados y su saliva se vuelve barras de oro que si son encontradas por algún hombre le harán rico, pero cuando muere, su alma baja al infierno.
Se dice que estos caballos provenientes del infierno, en realidad eran hombres que por sus pecados perdieron su alma. Quienes han visto a los caballucos dicen que el diablo monta uno, y que el resto son cabalgados por demonios. Son desfavorables a los montañeses, pues se dedican a pisotear o quemar las mieses.
Es tradición en Cantabria, en la mañana de San Juan, ir a buscar las flores del agua que nacen en las fuentes y los tréboles de cuatro hojas brotados esa noche, porque trae suerte sobre todo para los jóvenes amantes. Pero durante la noche los caballucos del diablo se han dedicado a destruir las flores y tréboles que han encontrado para evitar que los jóvenes los encuentren.
Leyendas de la noche de San Juan – Leyenda del tue-tué
Otra de las leyendas de la noche de San Juan se narra en Chile y habla sobre los pájaros tue-tué, que la tradición identifica como brujos, cantan alrededor de un sauce, indicando que allí hay un muerto.
Para poder encontrarlo se debe atrapar al tue-tué e ir con él al lugar donde haya cantado. Si se encuentra el cuerpo, hay que salir rápido del lugar y darle cristiana sepultura.
Se cuenta que en una casa de una antigua familia del Cajón del Maipo, en una noche de San Juan, sus moradores sintieron graznar a los pájaros tue-tué.
Los graznidos no cesaron hasta las tres de la mañana. Después las puertas de la casa fueron golpeadas fuertemente y los vidrios se rompieron. Posteriormente escucharon llantos de niñas. Se levantaron para ver de dónde provenían y vieron a fantasmas pálidos. Huyeron esa misma noche.
Tiempo después se supo que esa casa estaba maldita por brujos y que había cuerpos sepultados en ella. Se cuenta que al enterarse de estos hechos los habitantes quemaron la casa y borraron todo rastro de lo que había pasado.
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