Rapsodomancia, adivinación mediante versos elegidos al azar
Más de uno lo hemos hecho alguna vez en la vida. Abrir un libro y posar el dedo aleatoriamente sobre un texto o verso. Lo hacemos a modo de juego pero, curiosamente, las letras en las que hemos posado el dedo a veces guardan un mensaje que no esperábamos. Una frase o un verso que habla de algo relacionado con lo que nos ocurre. Sin saberlo estamos practicando algo similar a la Rapsodomancia.
Sí, un tipo de adivinación que se remonta a los hebreos y la cual se lleva practicando desde la antigüedad por numerosos pueblos. Adivinar el futuro a través de textos o versos elegidos al azar. Tan sólo hay que abrir un libro por una parte cualquiera y posar el dedo sobre una página. Un arpón de carne clavado sobre nuestro destino. El experto en Rapsodomancia será posteriormente el encargado de interpretar el significado de las letras.
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La Rapsodomancia en la antigüedad
El I Ching es un libro chino de oráculos. La traducción del nombre sería Libro de las mutaciones. Los primeros textos reflejados en él parece ser que se remontan al año 1.200 antes de Cristo. Forma parte de los Cinco Clásicos confucianos. Este fue un libro utilizado para practicar la Rapsodomancia en la antigüedad. El oráculo obtenido al azar indicaba lo que le sucedería al consultante en el futuro.
En tiempos del Imperio Romano, las obras de dos grandes poetas como Homero y Virgilio eran utilizadas para este tipo de adivinación. Las Sortes Homericae y Sortes Virgiliae, es decir, Suertes Homéricas y Suertes Virgiliae eran utilizadas como soporte de trabajo para los rapsodomantes. Cuando se abría una página al azar, los versos escritos mostraban una respuesta al consultante. El experto se encargaba entonces de interpretar el significado de esos versos.
Posteriormente, en la Edad Media, lo más usado eran las Sagradas Escrituras. La Biblia ejercía de magnífico oráculo para aquellos que querían saber su suerte futura. El éxito de este sistema de adivinación fue notorio. Además de Rapsodomancia se denominó también Suertes de los Santos. Las respuestas a las preguntas más enrevesadas estaban ocultas entre los versículos de la Biblia.
Con el tiempo el nombre de este arte adivinatorio pasó a denominarse Bibliomancia, ampliándose a cualquier tipo de texto, no sólo versos. Al encontrar la página al azar se lee el primer párrafo e interpreta. No obstante, puede haber dos métodos:
Método Indirecto
Es aquel en la que no hay intervención humana en la apertura del libro. Así, puede dejarse a la intemperie, abierto a la mitad, y es el viento el que selecciona la página. Otra opción es lanzar es arrojar el libro y hacer la interpretación por la página en la que quedó abierto.
Método directo
En este caso el bibliomante se deja guiar por su intuición y abre el libro por donde considera oportuno. Es posible también solicitar al interesado que él mismo abra el libro.
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