Salmo 102, la oración del afligido
El salmo 102 es una especie de ruego por la restauración de Sión, pero también habla de un hombre que se encuentra en peligro de muerte y ruega por su vida.
El salmo se divide en tres partes y tiene una extensión de 29 versículos. La primera parte habla del afligido dirigiéndose a Dios por estar al borde de la muerte. La segunda parte tiene que ver con la súplica por el Monte de Sión, y la última parte es una plegaria para el perdón de la vida y para evitar el desfallecimiento. En esta ocasión te contaremos cómo puedes aplicar este salmo en tu vida diaria.
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El salmo 102 y la descripción del sufrimiento
En el salmo 102 el sufrimiento del autor era tan grande, que se olvidó de comer. Cuando afrontamos una situación difícil como una tribulación o la desesperación por alguna situación negativa, no nos ocupamos tan siquiera de nuestras necesidades primarias. En esos momentos, nuestro único consuelo es la fortaleza que nos brinda la presencia de Dios.
A pesar de que estemos muy débiles para batallar podemos tener la plena confianza de que contaremos con su apoyo. Pero no debemos olvidarnos de que nuestras debilidades son las únicas que nos pueden alejar de la fuerza de Dios.
En el salmo 102 el autor compara su soledad como la del búho o el pelícano. Esto se compara con nuestra realidad, cuando a veces necesitamos estar solos porque sólo así podemos sentirnos mejor. Sin embargo, debemos tener cuidado de no rechazar a quienes tratan de ayudarnos. Nunca rechaces cualquier tipo de ayuda o conversación. El sufrimiento en silencio no es una característica del cristianismo ni mucho menos de algo saludable.
En su lugar, debes aceptar el apoyo y la gentileza de tus amigos, familiares y seres queridos. Recuerda que cada ayuda que viene a ti es una extensión de la mano poderosa de Dios para ayudarte a solventar cualquiera de los inconvenientes que están afectando tu vida y tu desempeño.
El autor del este salmo se sentía rechazado y abandonado debido a sus grandes problemas. A veces, los problemas pueden llegar a abrumarnos de tal forma que nos hacen sentir que Dios se ha alejado por completo de nosotros. Pero nuestro Padre está tan pegado a nosotros que cumplirá cada promesa que nos ha hecho.
A pesar de que nos sintamos solos, el mundo y las palabras vanas pasarán, pero sólo Dios permanecerá para siempre, y por ello, este salmo nos sirve de gran ayuda para entender su gran poder y cómo junto a su presencia podemos solventar cualquier situación incómoda por la que estamos pasando. No olvides incluir la lectura de este salmo en cada oración matutina si estás pasando por una situación difícil.
Salmo 102
1 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante el Señor. 2 Señor, escucha mi oración y llegue a ti mi clamor;
3 no me ocultes tu rostro en el momento del peligro; inclina hacia mí tu oído, respóndeme pronto, cuando te invoco.
4 Porque mis días se disipan como el humo, y mis huesos arden como brasas;
5 mi corazón se seca, marchitado como la hierba, ¡y hasta me olvido de comer mi pan!
6 Los huesos se me pegan a la piel, por la violencia de mis gemidos.
7 Me parezco a una lechuza del desierto, soy como el búho entre las ruinas;
8 estoy desvelado, y me lamento como un pájaro solitario en el tejado;
9 mis enemigos me insultan sin cesar, y enfurecidos, me cubren de imprecaciones.
10 Yo como ceniza en vez de pan y mezclo mi bebida con lágrimas,
11 a causa de tu indignación y tu furor, porque me alzaste en alto y me arrojaste.
12 Mis días son como sombras que se agrandan, y me voy secando como la hierba.
13 Pero tú, Señor, reinas para siempre, y tu Nombre permanece eternamente.
14 Tú te levantarás, te compadecerás de Sión, porque ya es hora de tenerle piedad, ya ha llegado el momento señalado:
15 tus servidores sienten amor por esas piedras y se compadecen de esas ruinas.
16 Las naciones temerán tu Nombre, Señor, y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
17 cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso en medio de ella;
18 cuando acepte la oración del desvalido y no desprecie su plegaria.
19 Quede esto escrito para el tiempo futuro y un pueblo renovado alabe al Señor:
20 porque él se inclinó desde su alto Santuario y miró a la tierra desde el cielo,
21 para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
22 para proclamar en Sión el nombre del Señor y su alabanza en Jerusalén,
23 cuando se reúnan los pueblos y los reinos, y sirvan todos juntos al Señor.
24 Mis fuerzas se debilitaron por el camino y se abreviaron mis días;
25 pero yo digo: «Dios mío, no me lleves en la mitad de mi vida, tú que permaneces para siempre».
26 En tiempos remotos, fundaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos;
27 ellos se acaban, y tú permaneces: se desgastan lo mismo que la ropa, los cambias como a un vestido, y ellos pasan.
28 Tú, en cambio, eres siempre el mismo, y tus años no tienen fin.
29 Los hijos de tus servidores tendrán una morada y su descendencia estará segura ante ti.
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