Salmo 119, felices los hombres que siguen la palabra de Dios
El salmo 119 expresado en la biblia católica es el más largo en este antiguo manuscrito. Su extenso texto repite constantemente que debemos seguir la palabra de Dios mientras seguimos el camino hacia la paz y la felicidad.
El salmo 119 nos trae un mensaje lleno de muchísimo esplendor y optimismo. Una característica de esta plegaria es que llena de sabiduría el alma del hombre que sigue el sendero del bien. La protección de Jehová se manifiesta sobre todos los seres en la tierra.
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Bendecidos los hombres que siguen el camino del bien con el Salmo 119
El salmo 119 de la biblia católica posee un contenido muy explícito sobre la palabra de Dios. Los mandamientos establecidos en este antiguo manuscrito están llenos de justicia. El hombre que desea seguir un camino de luz debe aprender a respetar y a aplicar estas leyes divinas. El salmo 119 debe ser estudiado con mucho detenimiento porque su contenido es muy amplio.
El estudio detallado del mismo nos conduce al camino de la felicidad. Realizar grupos de estudios bíblicos nos garantiza un análisis profundo y real del contenido del salmo 119. Sin embargo como el salmo 119 es muy reconfortante nos llenara de optimismo en los momentos que nos sintamos con escasas fuerzas para andar por la existencia.
Desglosar los párrafos del salmo 119 nos ayudara a entenderlo con mayor facilidad
Una manera de entender el contenido de este salmo 119 de la biblia católica es leer cada párrafo con detenimiento resaltando sus aspectos más profundos. Sintetizar el análisis del párrafo nos ayudara a entenderlo con mayor facilidad para nuestro beneficio y aplicación en la vida.
Comprender la grandeza de Jehová y sus designios nos llevara a actuar con verdadera justicia. Una amplia comprensión de las escrituras bíblicas se logra a través del estudio sintetizado de cada párrafo del salmo 119.
Una vez que logremos penetrar en el alma del párrafo nos será más fácil comprender su mensaje y la naturaleza del mismo. Los acontecimientos que nos ocurren en la existencia a veces nos traen múltiples inconvenientes que nos distraen del camino recto que debemos seguir.
Sin embargo podemos encontrar textos como estas antiguas escrituras que nos ayudan a reafirmar nuestra fe en la creación y a ser individuos mejores. Fue creado el mundo por Jehová para el disfrute de aquellos pueblos que siguen el camino hacia la luz. Respetemos las enseñanzas bíblicas para poder llevar una vida plena y feliz.
Salmo 119
1 Dichosos aquellos cuya conducta es intachable, los que caminan en la ley del Señor;
2 dichosos los que guardan sus decretos, los que lo buscan de todo corazón;
3 los que no cometen ningún crimen, los que siguen sus caminos.
4 Tú has promulgado tus preceptos para que sean estrictamente cumplidos;
5 ojalá sea firme mi conducta en guardar tus decretos;
6 entonces no tendré vergüenza alguna en mirar a todos tus mandamientos.
7 Te daré gracias con un corazón recto, instruido por tus sentencias justas.
8 Yo voy a guardar tus mandamientos, no me abandones tú del todo.
9 ¿Cómo un joven podrá tener una conducta pura? Guardando tu palabra.
10 Yo te busco de todo corazón, no dejes que me aparte de tus mandamientos;
11 dentro de mi corazón conservo tus órdenes para no pecar nunca contra ti.
12 Bendito seas, Señor, enséñame tus decretos;
13 mis labios han contado todas las sentencias de tu boca;
14 yo encuentro la alegría en cumplir tus decretos más que en todas las riquezas;
15 quiero meditar en tus preceptos y tener los ojos fijos en tus sendas;
16 en tus decretos encuentro mis delicias, no olvido tu palabra.
17 Haz bien a tu siervo para que viva y guarde tu palabra;
18 abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley;
19 soy un caminante por el mundo: no me ocultes tus mandamientos;
20 amo con pasión tus sentencias de cualquier momento.
21 Tú amenazas al maldito soberbio, que se desvía de tus mandamientos;
22 líbrame del insulto y del desprecio, pues guardo tus decretos;
23 aunque los jefes se reúnan y deliberen contra mí, tu siervo medita en tus decretos;
24 tus decretos hacen mis delicias, ellos son mis consejeros.
25 Aquí me tienes en el polvo hundido: reanímame conforme a tu palabra.
26 Te he contado mis andanzas y tú me has escuchado: enséñame tus decretos;
27 señálame el camino de tus mandamientos y yo meditaré en tus maravillas.
28 Yo me deshago en lágrimas de pena; sosténme conforme a tu palabra.
29 Aleja de mí el camino de la mentira y dame la gracia de tu ley;
30 he elegido el camino de la verdad y he preferido tus sentencias.
31 Me he apegado a tus órdenes, que no quede defraudado, Señor;
32 corro por el camino de tus mandamientos, pues tú me agrandas el espíritu.
33 Enséñame, Señor, el camino de tus decretos, pues quiero seguirlo hasta el final;
34 dame inteligencia para cumplir tu ley y yo la guardaré de todo corazón;
35 llévame por el camino de tus mandamientos, pues en él encuentro mi felicidad;
36 inclina mi corazón hacia tus órdenes y no hacia la ganancia;
37 aparta mis ojos de mirar vanidades y hazme vivir en tu camino.
38 Mantén a tu siervo la promesa que nos obliga a serte fieles.
39 Líbrame del oprobio que me espanta, pues tus sentencias son buenas;
40 mira cómo amo tus preceptos, haz que viva conforme a tu justicia.
41 Llegue hasta mí tu amor, Señor, tu salvación conforme a tu justicia;
42 así responderé a los que me insultan, porque confío en tu palabra;
43 no quites de mi boca la palabra de verdad, pues yo confío en tus sentencias;
44 cumpliré tu ley constantemente, por siempre jamás;
45 así caminaré a mis anchas, porque busco tus preceptos;
46 hablaré de tus órdenes delante de los reyes y no tendré vergüenza;
47 tus mandamientos son mi felicidad, los amo con pasión;
48 tiendo mis manos hacia tus mandamientos y medito en tus decretos.
49 Recuerda la palabra que me diste, en la que hiciste que pusiera mi esperanza;
50 esto ha sido mi consuelo en la miseria: tu promesa.
51 Los orgullosos se han burlado bien de mí, pero yo no me he apartado de tu ley.
52 Me acuerdo de tus sentencias de otro tiempo, ellas son mi consuelo.
53 Me lleno de indignación ante los malhechores, que abandonan tu ley;
54 tus decretos son el objeto de mi canto en mi mansión de peregrino;
55 por la noche, Señor, me acuerdo de tu nombre, para guardar tu ley;
56 ésta es mi tarea: observar tus preceptos.
57 He dicho, Señor, que ésta es mi suerte: guardar tus palabras.
58 Yo te imploro de todo corazón; ten compasión de mí conforme a tu promesa.
59 Examino mi conducta y dirijo hacia tus órdenes mis pasos;
60 me doy prisa y no pierdo un instante en guardar tus mandamientos;
61 las redes de los malhechores me han aprisionado, pero yo no he olvidado tu ley;
62 me levanto a media noche a darte gracias por tus sentencias justas;
63 soy amigo de todos tus amigos, que guardan tus preceptos;
64 la tierra está llena de tu amor; haz que aprenda tus decretos.
65 Tú has sido muy bueno con tu siervo, Señor, conforme a tu palabra;
66 enséñame el buen sentido y el saber, pues yo tengo fe en tus mandamientos;
67 antes de que me humillaras andaba extraviado, pero ahora guardo tu palabra;
68 tú eres bueno y bienhechor, haz que aprenda tus decretos;
69 los orgullosos me acusan falsamente, yo guardo tus preceptos con todo el corazón;
70 tienen el corazón embrutecido, pero yo me deleito en tu ley;
71 fue un gran bien para mí ser humillado, para aprender tus decretos;
72 la ley de tu boca es para mí mejor que millones de oro y plata.
73 Tus manos me han hecho y me han formado; instrúyeme y aprenderé tus mandamientos.
74 Tus fieles al verme se llenan de alegría, porque yo espero en el Señor.
75 Yo sé, Señor, que son justas tus sentencias y que me has humillado con razón;
76 que tu amor me consuele, conforme a la promesa que me hiciste;
77 que me alcance tu compasión y viviré, porque tu ley hace mis delicias;
78 humilla a los soberbios que sin razón me oprimen; yo medito en tus preceptos;
79 que vuelvan conmigo tus leales, los que conocen tus órdenes;
80 que yo cumpla perfectamente tus decretos para no tener que avergonzarme.
81 Mi alma se deshace deseando que me salves, yo espero en tu palabra;
82 mis ojos se deshacen deseando tu promesa; ¿cuándo me vas a consolar?
83 Soy como un pellejo puesto al humo, pero no he olvidado tus decretos.
84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia con los que me persiguen?
85 Los soberbios me han cavado fosas, en contra de tu ley;
86 todos tus mandamientos son verdad; me persiguen sin razón: ¡ayúdame!;
87 por poco no me han extirpado de la tierra, pero yo no he abandonado tus preceptos;
88 según tu amor dame la vida, y yo guardaré los decretos de tu boca.
89 Tu palabra, Señor, permanece eternamente, más estable que los mismos cielos;
90 tu lealtad perdura por todas las edades, tú fijaste la tierra y ahí está;
91 según tus decisiones, todo subsiste hoy, pues todas las cosas están a tu servicio.
92 Si tu ley no hubiera hecho mis delicias, yo hubiera perecido en la miseria;
93 jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has vuelto a dar la vida;
94 tuyo soy, sálvame, pues busco tus preceptos;
95 los malvados me acechan y buscan mi ruina, pero yo sigo atento a tus decretos;
96 he visto el fin de toda perfección: tus mandamientos son infinitamente amplios.
97 Cuánto amo tu ley: todo el día estoy pensando en ella;
98 tu mandamiento me hace más sabio que mis enemigos, y siempre está conmigo;
99 soy más listo que todos mis maestros, porque medito en tus decretos;
100 soy más sabio que todos los ancianos, pues guardo tus preceptos;
101 he apartado mi pie de todo mal camino con el fin de guardar tu palabra;
102 no me he apartado nunca de tus decisiones, pues tú me has instruido;
103 qué dulce a mi paladar es tu promesa: mucho más que la miel para mi boca;
104 gracias a tus preceptos soy inteligente, por eso odio todo camino de mentira.
105 Tu palabra es una luz para mis pies, y una antorcha para mi camino;
106 he jurado, y cumpliré mi juramento: cumplir tus justas decisiones;
107 estoy, Señor, muy humillado; haz que siga viviendo conforme a tu palabra;
108 acepta, Señor, las ofrendas de mis labios, haz que aprenda tus sentencias;
109 estoy en peligro cada instante, pero no olvido tu ley;
110 aunque los malvados me tiendan una trampa, yo no me desvío de tus preceptos;
111 lo mío serán siempre tus órdenes, pues ellas son la alegría de mi corazón;
112 yo cumplo de corazón todos tus decretos, los cumplo siempre y con toda exactitud.
113 Odio a los hipócritas y amo tu ley;
114 tú eres mi protector y mi escudo, yo espero en tu palabra;
115 alejaos de mí todos los malvados, pues quiero cumplir los mandamientos de mi Dios;
116 sosténme conforme a tu promesa y viviré, no me decepciones;
117 sé tú mi apoyo y seré salvo, no perderé nunca de vista tus decretos;
118 tú rechazas a los que descartan tus decretos, sus pensamientos no son más que mentira;
119 tienes por escoria a todos los malvados, por eso amo tus decretos;
120 ante ti se estremece mi cuerpo de terror, tengo miedo de tus decisiones.
121 Yo he practicado el derecho y la justicia, no me dejes en manos de mis opresores;
122 sal tú garante de mi bienestar, que los orgullosos no me opriman;
123 mis ojos se deshacen deseando que me salves, esperando tu promesa de justicia;
124 trata a tu siervo con arreglo a tu amor, haz que aprenda tus decretos;
125 yo soy tu siervo, dame inteligencia para que aprenda tus decretos.
126 Señor, ya es hora de actuar: se ha violado tu ley;
127 por eso amo yo tus mandamientos, más que el oro fino;
128 por eso encuentro justos todos tus preceptos y odio el camino de la falsedad.
129 Tus decretos son maravillosos, por eso yo los guardo;
130 la explicación de tus palabras ilumina la inteligencia a la gente simple;
131 yo suspiro con la boca abierta, pues estoy ansioso de tus mandamientos.
132 Ven conmigo y ten piedad de mí, como haces en justicia con los que te aman;
133 afirma mis pasos conforme a tu promesa, y no dejes que me domine ninguna iniquidad;
134 líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus preceptos;
135 ilumina tu rostro sobre este siervo tuyo y haz que aprenda tus preceptos;
136 ríos de lágrimas caen de mis ojos porque tu ley no se observa.
137 Tú eres justo, Señor, y justas tus sentencias;
138 has dado tus órdenes en justicia y en equidad perfecta.
139 Mi celo me consume cuando mis enemigos olvidan tu palabra.
140 Tu promesa es a toda prueba, y tu siervo la ama.
141 Aunque soy poca cosa y despreciable, no olvido tus preceptos.
142 Tu justicia es la justicia definitiva, y tu ley es la verdad.
143 Me aplasta la angustia y la opresión, pero tus mandamientos hacen mis delicias;
144 tus decretos son la justicia definitiva, hazme inteligente y viviré.
145 Te llamo con todo el corazón; respóndeme, Señor, pues quiero guardar todos tus decretos;
146 yo te llamo; sálvame, y guardaré tus decretos.
147 Me levanto al alba para pedirte ayuda, espero en tus palabras;
148 antes de la hora ya abro yo mis ojos para meditar en tu promesa.
149 Por tu amor, Señor, oye mi voz, y haz que viva conforme a tu justicia.
150 Se acercan los que cruelmente me persiguen, los que están muy lejos de tu ley;
151 pero tú estás cerca, Señor, y todos tus mandamientos son la verdad misma;
152 desde hace mucho sé que tus decretos los has establecido para siempre.
153 Mira mi miseria y sálvame, pues yo no me he olvidado de tu ley;
154 defiende tú mi causa y líbrame, y haz que viva conforme a tu promesa;
155 la salvación está lejos de los opresores, pues ellos no buscan tus decretos.
156 Tu amor, Señor, es infinito, haz que viva conforme a tu justicia.
157 Muchos son mis perseguidores y opresores, pues ellos no buscan tus decretos;
158 no puedo soportar a los traidores, pues ellos no guardan tu palabra.
159 Mira cómo amo tus preceptos, Señor; por tu amor, dame la vida.
160 La esencia de tu palabra es la verdad, tus justas leyes son definitivas.
161 Los poderosos me persiguen sin razón, pero mi corazón acata tu palabra.
162 Yo me siento feliz con tu promesa, como el que encuentra un gran botín.
163 Detesto y aborrezco la mentira, pero amo tu ley.
164 Yo te alabo siete veces cada día porque tus justas leyes son definitivas.
165 Grande es la paz de los amantes de tu ley, nada los puede hacer caer.
166 Señor, yo espero que me salves, pues he puesto en práctica todos tus mandamientos;
167 yo guardo todos tus decretos y los amo ardientemente;
168 guardo tus preceptos y tus órdenes, tú conoces toda mi conducta.
169 Que mi grito llegue hasta ti, Señor, por tu palabra dame inteligencia;
170 que mi súplica llegue a tu presencia, líbrame conforme a tu palabra;
171 que mis labios publiquen tu alabanza, pues tú me enseñas tus decretos;
172 que mis labios canten tu promesa, pues todos tus mandamientos son la justicia misma.
173 Que tu mano venga en mi socorro, pues he preferido tus preceptos;
174 Señor, espero que me salves, pues tu ley hace mis delicias.
175 Que yo pueda vivir para alabarte, que tu justicia me proteja.
176 Ando errante como oveja perdida; búscame, pues no me he olvidado de tus mandamientos.
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