Salmo 127. La prosperidad viene de Dios, sin Él todo es inutil
El Salmo 127 fue escrito por Salomón y nos habla del fracaso del hombre, si Dios no está presente en sus vida. Todo depende de la protección divina. Sin Dios no hay nada seguro, ni pan ni trabajo, con Dios está todo, el éxito depende de la bendición del Señor. Muestra una visión providencialista de la vida, toda construcción y la fecundidad dependen de la providencia y de la colaboración en la creación.
Este Salmo 127 se usa para exaltar la presencia divina, esencial para avanzar en la vida bajo la providencia de Dios. Cualquier casa, ciudad, trabajo o quehacer humano precisa de la ayuda y protección de la voluntad del Señor. Los hombres en su humildad piden para que Dios construya, cuide y permanezca siempre en su casa.
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El Salmo 127 forma parte de los Salmos Graduales que entonaban los peregrinos en las subidas al templo en Jerusalén, se dice que era entonado por los amigos y vecinos a la puerta de la casa de quien había tenido un hijo. Es una felicitación por la nueva vida que llega al mundo y se canta en el camino a la casa de Dios, el templo, es la fecundidad de la providencia.
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¿Por qué rezar el Salmo 127?
Rezar este Salmo nos ayuda a no tornarnos pasivos y despreocupados de la palabra del Señor. Dios nos vuelve activos y nos da nueva vida.
Es posible que tengamos una preocupación puntual por trabajo, en los estudios, con los hijos, o en el plano amoroso y estamos trabajando y construyendo en vano porque estamos priorizando cosas equivocadas en la vida, a través de esta oración ponemos al Señor en el centro y desde su glorificación establecemos prioridades, nos ordena.
Una parte esencial es la familia y debemos dedicarnos a ella en la enseñanza de Dios. Muchas familias se alejan de la palabra divina estableciendo prioridades que no tienen como fundamento las enseñanzas de Jesús, y es gracias al Salmo 127 que podemos corregir y enderezar las vidas familiares.
Salmo 127
1 Si Jehová no edificare la casa,
En vano trabajan los que la edifican;
Si Jehová no guardare la ciudad,
En vano vela la guardia.
2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar,
Y que comáis pan de dolores;
Pues que a su amado dará Dios el sueño.
3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
4 Como saetas en mano del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.
5 Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado
Cuando hablare con los enemigos en la puerta.
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