Salmo 35, juicio sobre los enemigos y sobre los que persiguen
En el Salmo 35, David nos habla de venganza, uno de los temas que más nos cuesta entender en la vida como creyente y seguidor de Dios. Como humanos y de naturaleza pecadora, al haber sido agravados por alguien, nuestro primer impulso siempre va a ser el de vengarnos inmediatamente.
Gracias a esta cualidad vemos tantas guerras y dolor en el mundo desde el inicio de la civilización, pero al empezar la creencia en Dios Él nos dice que no tomemos esta acción por cuenta propia, Él lo hará por nosotros.
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David estaba consciente de un Dios que lo vengaría y redimiría, por esa razón escribió el Salmo 35.
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Usos del Salmo 35
David en el Salmo 35 escribió durante los días de la persecución por parte del rey Saúl. Es una elocuente petición de David a un Dios justo, para que ejecute juicio sobre los enemigos de Dios y sobre los que persiguen a Su pueblo justo.
Para ciertas personas esta no es la clase de oración que un seguidor de Dios debería orar y que el Señor Jesús no se expresó de esta manera.
Pero obvian que el propósito de la venida del Mesías era el de redimir a la humanidad de sus pecados; además esta palabra no incita a la violencia, por el contrario, perpetua todo lo que dijo Jesucristo durante su estadía aquí en la tierra.
Puesto a que nosotros no debemos hacer lo que al Señor le corresponde; en vez de esto debemos “amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos”. Sin embargo, el mismo Jesucristo, en cierta ocasión, mencionó una parábola acerca de una viuda que fue ante el juez y le dijo: “Hazme justicia de mi adversario”.
No malinterpretemos esta palabra. El Señor no es un Dios no es un juez duro e insensible, por el contrario, es compasivo y está ansioso de ayudar a Sus hijos. Así que nosotros haremos bien en exponerle nuestras quejas.
Así como cualquier padre el Señor, siendo el mejor padre de todos, cuida de nosotros en todo momento y nos protegerá de todos aquellos que quieran hacernos mal.
Tal y como dice en el evangelio del apóstol Mateo 18:6 “Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.”
Salmo 35
1 Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden;
Pelea contra los que me combaten.
2 Echa mano al escudo y al pavés,
Y levántate en mi ayuda.
3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores;
Di a mi alma: Yo soy tu salvación.
4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.
5 Sean como el tamo delante del viento,
Y el ángel de Jehová los acose.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,
Y el ángel de Jehová los persiga.
7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;
Sin causa cavaron hoyo para mi alma.
8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa,
Y la red que él escondió lo prenda;
Con quebrantamiento caiga en ella.
9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;
Se regocijará en su salvación.
10 Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú,
Que libras al afligido del más fuerte que él,
Y al pobre y menesteroso del que le despoja?
11 Se levantan testigos malvados;
De lo que no sé me preguntan;
12 Me devuelven mal por bien,
Para afligir a mi alma.
13 Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;
Afligí con ayuno mi alma,
Y mi oración se volvía a mi seno.
14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.
15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;
Me despedazaban sin descanso;
16 Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
Crujieron contra mí sus dientes.
17 Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.
18 Te confesaré en grande congregación;
Te alabaré entre numeroso pueblo.
19 No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,
Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo.
20 Porque no hablan paz;
Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas.
21 Ensancharon contra mí su boca;
Dijeron: !!Ea, ea, nuestros ojos lo han visto!
22 Tú lo has visto, oh Jehová; no calles;
Señor, no te alejes de mí.
23 Muévete y despierta para hacerme justicia,
Dios mío y Señor mío, para defender mi causa.
24 Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío,
Y no se alegren de mí.
25 No digan en su corazón: !!Ea, alma nuestra!
No digan: !!Le hemos devorado!
26 Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;
Vístanse de verg:uenza y de confusión los que se engrandecen contra mí.
27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,
Y digan siempre: Sea exaltado Jehová,
Que ama la paz de su siervo.
28 Y mi lengua hablará de tu justicia
Y de tu alabanza todo el día.
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