Salmo 69, las señales de salvación en momento de mayor soledad
Debes tener en cuenta que el Salmo 69 es uno de los salmos más citados en el Nuevo Testamento y también, muy a menudo se aplica al ministerio y sufrimiento de Jesús.
En este caso el salmista se encuentra desesperado y a través del salmo 69 exclamad a Dios y Le pide que os salve porque siente que se esta ahogando.
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En más de una ocasión muchas personas se han sentido de esa forma, el sufrimiento y la angustia por los problemas son muchos.
Pero ten presente que en ocasiones es allí donde se darán las señales de salvación, puede que no veas solución, pues es en ese momento de mayor soledad donde acudes a Dios y clamas por El.
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Significado del salmo 69
Es importante que estés consciente de que este es un gran salmo Mesiánico.
El salmo 69 es otro salmo de David y es un mensaje único que clama por El Señor, su contenido al mismo tiempo trata sobre los años y la vida Jesús.
Desde el inicio podéis apreciar cuánto sufrió Él. Los sufrimientos en el cuerpo que padeció en la cruz fueron muchísimos.
Tal vez muchos habrían terminado con su vida si hubiesen tenido que pasar por todo ese sufrimiento. Es el Cordero de Dios que quita todos los pecados del mundo Y Dios lo trató como al mismo pecado.
Este salmo es tomado como un salmo profético de Cristo. Al leerlo se siente un grito de sufrimiento que es lanzado por un hombre justo, el cual se encuentra distanciado de su familia por su celo por Dios.
Es quizás en eso en lo que consiste tu identificación, todos saben y aceptan que el pecado es parte de la vida diaria y por esto la búsqueda constante, para acercarse a Dios y sentir su misericordia.
¡Lloró hasta quedar físicamente agotado! “Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta; mis ojos desfallecen mientras espero a mi Dios”, lloró hasta que no pudo más, aun así mantenía viva la confianza en que Dios es su salvación.
Al sentirte devastado por la muerte o por la tragedia, no desmayes ni desesperes, vuélvete a Él y pídele, con el salmo 69 exclamad a Dios que os salve y ayude.
Salmo 69
1 ¡Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta mi alma!
2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie;
he llegado hasta lo profundo de las aguas, y la corriente me ha anegado.
3 Cansado estoy de llamar;
mi garganta se ha enronquecido;
han desfallecido mis ojos esperando a mi Dios.
4 Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa;
se han hecho poderosos mis enemigos, los que quieren destruirme sin tener por qué. He venido, pues, a devolver lo que no he robado.
5 Oh Dios, tú conoces mi insensatez, y mis pecados no te son ocultos.
6 No sean avergonzados por mi cáusalos que en ti esperan, oh Señor Jehová de los ejércitos;
no sean confundidos por mí los que te buscan, oh Dios de Israel.
7 Porque por amor de ti he sufrido afrenta;
vergüenza ha cubierto mi rostro.
8 He llegado a ser extraño para mis hermanos y extranjero para los hijos de mi madre.
9 Porque me consumió el celo de tu casa, y los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí.
10 Y lloré afligiendo con ayuno mi alma, y esto me ha sido por afrenta.
11 Me puse además cilicio por vestido, y vine a serles por proverbio.
12 Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta, y se burlaban de mí en sus canciones los bebedores de bebidas fermentadas.
13 Pero yo elevaba mi oración a ti, oh Jehová, en el tiempo propicio;
oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, respóndeme.
14 Sácame del lodo, y no sea yo sumergido;
sea yo libertado de los que me aborrecen y de lo profundo de las aguas.
15 No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni la fosa cierre sobre mí su boca.
16 Respóndeme, oh Jehová, porque benigna es tu compasión;
mírame conforme a la abundancia de tus tiernas misericordias.
17 Y no escondas tu rostro de tu siervo, porque estoy angustiado;
apresúrate, respóndeme.
18 Acércate a mi alma y redímela;
líbrame a causa de mis enemigos.
19 Tú conoces mi afrenta, y mi confusión y mi oprobio;
delante de ti están todos mis enemigos.
20 La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado.
Esperé a quien se compadeciese de mí, y no lo hubo;
busqué consoladores y ninguno hallé.
21 Me pusieron además hiel por comida y en mi sed me dieron a beber vinagre.
22 Sea su mesa delante de ellos una trampa, y lo que es para bien, tropiezo.
23 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar continuamente sus lomos.
24 Derrama sobre ellos tu ira, y el furor de tu enojo los alcance.
25 Sea su habitación desolada;
en sus tiendas no haya morador,
26 Porque persiguieron al que tú heriste, y cuentan del dolor de los que tú llagaste.
27 Pon maldad sobre su maldad, y no entren en tu justicia.
28 Sean borrados del libro de los vivientes, y no sean inscritos con los justos.
29 Y yo afligido y dolorido, tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
30 Alabaré yo el nombre de Dios con cántico;
lo ensalzaré con gratitud.
31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de novillo o becerro que tiene cuernos y pezuñas.
32 Lo verán los humildes y se gozarán;
buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón.
33 Porque Jehová oye a los menesterosos, y no menosprecia a sus prisioneros.
34 Alábenle los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos.
35 Porque Dios salvará a Sion y reedificará las ciudades de Judá;
y habitarán allí y la poseerán.
36 Y la descendencia de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre habitarán en ella.
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