San Isidro labrador, quita el agua y pon el sol
San Isidro Labrador, es considerado el patrón de los agricultores y campesinos. Nacido en el seno de una familia muy humilde en Madrid alrededor del año 1080, este santo quedó huérfano a temprana edad, por lo que se dedicó a las labores del campo.
Al caer Madrid en manos del Rey de Marruecos, San Isidro Labrador tuvo que trasladarse a un lugar conocido como Torrelaguna. Siempre se destacó por ser un hombre bueno y piadoso.
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Contrajo matrimonio con una mujer, Santa María de la Cabeza. Precisamente fue ese amor a Dios el que le concedió poder salvar a su propio hijo cuando cayó en un pozo profundo.
San Isidro labrador, el servicio por el prójimo
San Isidro labrador es el Santo más venerado en España y también es considerado como el patrono de Madrid.
San Isidro también profesaba un profundo amor por la Santísima Virgen María. Siempre fue un hombre de una oración permanente. Con el paso del tiempo, se consagró también a los pobres y se dedicó a su cuidado junto a su esposa.
En vida, realizó varios milagros, por lo que al morir ya era considerado por su propio entorno como un Santo. Al momento de su beatificación, ya contaba con más de 400 milagros aprobados. Fue El Papa Pablo V quien firmó su decreto de beatificación en el año 1619.
San Isidro labrador, no cultivaba su propio prado sino el de su patrón, Juan de Vargas. Se cuenta que acostumbraba a visitar en varias iglesias el Santísimo Sacramento todos los días antes de comenzar su jornada de trabajo en el campo.
Los compañeros de trabajo de San Isidro labrador, le acusaron con el patrón, Juan de Vargas, de llegar tarde. De Vargas, comprobó que no llegaba a tiempo, pero también pudo ver que una yunta de bueyes guiados por un hombre, realizaban el trabajo del Santo mientras él llegaba. Posteriormente, desaparecían sin explicación alguna.
El legado de San Isidro labrador
Aun siendo muy pobre, San Isidro compartía de lo poco que tenía con sus semejantes. Entregaba su propia comida y se quedaba sólo con las sobras.
También queda claro, que no es necesario tener grandes riquezas para ser feliz, puesto que no siempre los que más tienen se sientes más plenos. Nunca codició los bienes de su patrón ya que encargo siempre de acumular riquezas en el cielo y no en la tierra.
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