San Sebastián. Conoce el soldado de Cristo
Se dice que San Sebastián es considerado como el patrón de las personas que se encuentran enfermas y moribundas. Aunque pertenecía a un ejército romano, siempre se distinguió por su caridad y su espíritu de servicio en favor de los demás. La historia indica que San Sebastián se unió a las fuerzas en favor del Emperador, pero no seguía sus lineamientos paganos ya que era cristiano.
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Orígenes de San Sebastián
Aunque vivió en Milán y, durante mucho tiempo, en Roma, la verdad es que nació en Francia, específicamente en Narbona. Su nombre significa «digno de respeto». La fecha en la que se le recuerda es el 20 de enero.
Constantemente, visitaba a los cristianos que eran perseguidos por su fe y encarcelados por el Emperador Maximino. Adicionalmente, también logró convertir a muchos nobles que eran totalmente paganos. Poco a poco, este comportamiento llegó a los oídos de las autoridades por lo que San Sebastián fue obligado por Maximino a abandonar sus creencias. Sin embargo, San Sebastián no renunció a su amor por Cristo y fue llevado a un estadio en el que fue azotado y herido con decenas de flechas que hicieron que pareciera un erizo.
Pese a lo que todos pensaron San Sebastián no habría muerto por las múltiples heridas que le causaron. Conocidos y amigos de San Sebastián llevaron su cuerpo aún con vida a casa de una viuda piadosa de nombre Irene quien cuidó de él hasta lograr que se aliviase por completo. Una vez recuperado, se presentó nuevamente ante el Emperador. Esta vez, San Sebastián fue azotado cruelmente hasta morir. Luego, fue sepultado por varios de sus conocidos en un lugar ubicado en Vía Apia, Italia.
El legado de San Sebastián
Este Santo es denominado el patrón de los moribundos, precisamente porque fue salvado de la muerte. De igual forma, de los arqueros por su vinculación con las flechas. Es venerado por aquellos que están azotados por enfermedades como la peste, en medio de su profunda agonía.
En el año 680, una peste azotó a toda Roma y todos los pobladores pidieron ayuda a San Sebastián. Al acabar la grave enfermedad, el milagro del santo fue ratificado. Un episodio similar se registró en la población de Pavía. En otras partes de Europa, como por ejemplo en Sevilla, también se le le tiene gran devoción por su intervención milagrosa durante todas las plagas que azotaron la Europa tras la colonización de América. Muchas poblaciones españolas también lo adoptaron como su patrón.
Su fama se esparció por otras latitudes, hoy en día en países como México existen antiguas iglesias que llevan su nombre. El Papa Eugenio II envió sus reliquias a San Medardo de Soissons, mientras que Gregorio IV ordenó colocar su cabeza en el Vaticano, específicamente en el oratorio de San Gregorio. Posteriormente, fue llevado por el Papa San León IV a la iglesia de los Cuatro Santos Coronados en donde permanece en la actualidad.
El Papa San Gregorio Magno nombró a San Sebastián como el tercer patrono de Roma después de los apóstoles San Pedro y San Pablo.
San Sebastián en la arte
Son abundantes las representaciones de San Sebastián en el arte. A partir del Renacimiento, comienza a ser visualizado como un soldado, con poca indumentaria y con múltiples flechas en todo su cuerpo. A partir de este momento, su imagen también ha sido empleada como parte del estudio de la figura humana, específicamente masculina.
Debido a la cantidad de imágenes en las que aparece, es denominado el Apolo cristiano. Algunos estudiosos aseguran que después de Jesús, la Santísima Virgen y el Espíritu Santo es una de las figuras más conocidas. El Greco, por ejemplo, realizó la pintura ampliamente conocida como «El martirio de San Sebastián». Otros grandes artistas como Boticelli y Rafael lo han representado en sus obras.
Contradictoriamente, la imagen de San Sebastián también ha sido empleada por miembros de la comunidad LGTB, probablemente por la imagen que envía de renovación luego del martirio y por ser representado como un hombre joven, con poca indumentaria.
Oración a San Sebastián
Glorioso san Sebastián
que alcanzaste de Dios tanta fe y caridad,
que llegaste a sacrificar tu vida
por obedecer a Dios
y socorrer fielmente
a tus hermanos cristianos.
Ahora que vives junto a Dios, escucha las plegarias y súplicas
de los que te invocan con gratitud, fe y devoción,
y acuden a ti desde los campos,
pueblos y ciudades. Mártir de Cristo,
alcánzanos de Dios que,
confesando nuestra fe,
acojamos el Reino anunciado por Jesucristo
con verdadero espíritu de penitencia y vivamos como hijos de Dios.
Que nuestros hogares sean verdaderos templos de amor
en donde florezca la santidad, reinen el bienestar, la alegría y la paz.
Que en nuestro trabajo reinen la justicia y la concordia.
Líbranos de todo egoísmo y maldad para que, fraternalmente unidos,
vivamos en esta hermosa tierra que Dios nos ha dado
de acuerdo con los valores del Reino:
especialmente la verdad, la justicia y el amor.
San Sebastián mártir glorioso, lleva nuestros ruegos ante Dios
y concédenos tu especial intercesión
para que podamos obtener lo que aquí pedimos:
San Sebastián, atiende nuestras plegarias,
ayúdanos a conseguir lo que solicitamos y danos fuerza y confianza,
para que siguiendo tu ejemplo de fe, esperanza y caridad
podamos alcanzar la vida eterna
que Jesús promete a los que perseveran hasta el fin
y para que bajo la protección de María,
nuestra Madre, lleguemos a Él,
fuente de eterna felicidad.
Amén.
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