San Toribio de Mogrovejo, el obispo de los pobres
San Toribio de Mogrovejo nació en Mayorga, España, en 1538. Estudió Derecho Civil y Eclesiástico en la Universidad de Salamanca y fue profesor de esta misma disciplina en la Universidad de Coimbra y en la Universidad de Salamanca.
Sus virtudes le llevaron también por el continente latinoamericano, donde finalmente moriría en 1606. Conoce la apasionante vida de este santo.
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San Toribio de Mogrovejo
Primeros años
San Toribio de Mogrovejo nació en el seno de una familia bien posicionada económicamente. Sus estudios y, sobre todo, la influencia de su tío Juan de Mogrovejo, le hicieron convertirse en un notable profesor de universidad.
Siempre estuvo ligado al conocimiento religioso pero nunca realizó carrera como eclesiástico. Eso cambiaría en 1579.
La vida eclesiástica
En 1579 San Toribio de Mogrovejo tomó las órdenes sagradas en Granada. Ciudad en la que además había ejercido como inquisidor mayor, el máximo puesto moral del tribunal de la Inquisición, cargo que dirigió con cierta diligencia y ecuanimidad.
Fue en esa época cuando le propusieron como Arzobispo de Lima, una aventura que le llevaría a conocer el país latinoamericano.
Arzobispo de Lima
En 1581 San Toribio de Mogrovejo llegó a Lima, ciudad en la que puso todos sus esfuerzos para lograr el progreso espiritual de los creyentes. En aquel momento la ciudad estaba en una gran decadencia espiritual, en gran medida debida a los abusos que los conquistadores cometían.
Ante esa actitud despótica, los sacerdotes habían adoptado una postura de indiferencia lo que había provocado un cierto desdén de la población nativa hacia la religión.
En cierto modo, el trabajo de San Toribio de Mogrovejo, consistió en corregir esas actitudes con energía, por lo que se ganó muchos enemigos entre los conquistadores. Por el contrario, consiguió la conversión de gran parte de la población local, que creían en la bondad de sus actos.
Del obispado a las aldeas
Según cuentan los escritos, San Toribio de Mogrovejo recorrió el país, aldea por aldea, visitando y conociendo la realidad de las personas que allí vivían. Insistió para que se creasen parroquias en los lugares más pobres, llegando a duplicar el número de centros religiosos en su arquidiócesis.
San Toribio de Magrovejo consideró que la Iglesia debía ser el refugio contra la pobreza, un lugar de esperanza para los que menos poseían.
Últimos años
Tras realizar este inmenso trabajo San Toribio de Mogrovejo murió el día de Jueves Santo de 1606. Su labor fue un ejemplo para muchos sacerdotes que entendieron la importancia de estar presentes en los lugares en los que sólo había pobreza, y que debían levantar la voz contra las injusticias que se cometían.