Sanación de la conciencia con el auto perdón: la expiación
La paz verdadera llega a nosotros con el auto perdón, cuando sanamos nuestra perspectiva y nuestros pensamientos provenientes del juicio del Ego. La meta es siempre la paz, nuestro estado natural, la sanación de la conciencia errónea por ello dual con el auto perdón, la sanación de nuestra perspectiva creada por el Ego.
En realidad ”Yo pienso luego creo mi realidad”, haciendo referencia en paralelo a lo que en su dia dijo Descartes: ”Yo pienso luego existo”.
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Nuestra existencia proviene de nuestras creencias forjadas incluso antes de haber nacido formando parte de la conciencia colectiva. Somos gotas del océano de la inmutable Presencia objetiva del Universo tamizada por el filtro de nuestros pensamientos subjetivos y de nuestro Ego, la conciencia de separación dual, el sistema de pensamiento erróneo.
La sanación de la conciencia
Todo lo que nos aleja de la Paz debido al juicio de nuestros pensamientos, ya de por sí es errado.
Si no estas en paz, sabes entonces que has decidido equivocarte aunque no seas consciente porque no estas en la paz. Tú mismo has tomado esa decisión que te perturba, consciente o inconscientemente, por lo tanto, puedes tomar otra. En el fondo, ¡consciente o inconscientemente ya lo sabes!
¡Tú tienes el poder! La libertad de elección incluso para equivocarnos se nos ha sido concedida por la Presencia, Dios. Es tu fuerza de voluntad que mueve ”montañas”. Cuando deseas volver a tu estado natural de paz, quieres entonces tomar otra decisión porque deseas estar en la paz.
Al permitir al Espíritu Santo, al mediador de la conciencia con la Fuente, sanar la culpa, se anulan todas las consecuencias de nuestra perspectiva equivocada, del juicio erróneo, y la decisión de sentirnos separados de la presencia, la conciencia dual.
Entrega tu culpa al Espiritu Santo para que la sane desde la causa. Déja todos tus miedos en sus manos. Qué se haga la voluntad en tí de la Presencia, del Universo!
Por ello elige permitírselo, al dejar que el Universo decida en favor de la bondad de la Fuente por ti y así reclamas tu herencia.
En un estado de quietud, contempla la armoniosa Presencia en ti, observa su pureza y da gracias por el hecho de que la culpabilidad jamás te haya dejado huella. Libérate de la culpa!
Recuerda, si soy en verdad inocente no tengo nada que temer. Elijo entonces dar testimonio de mi aceptación de la Expiación. Quiero aceptar mi inocencia poniéndola de manifiesto y compartiéndola. La verdad es objetiva en la Presencia, lo único que es real y lo único que existe; la conciencia de Unidad.
Recuerda solamente, ¡Somos Uno con el Todo! Nada hemos de temer.
Déjate llevar. Reconoce que no conoces el significado de nada, incluido esto. No sabes, por lo tanto, cómo responder a ello. Crear el acto de amor más puro con la rendición a la fuente. Por ello no utilices lo que has aprendido en el pasado para que te sirva de guía ahora. Solo existe el instante santo en el tiempo presente.
Para la sanación de la culpa recurre al Espíritu Santo, mediador con la Fuente cuando quieras sanar tu percepción y recita la siguiente oración para la sanación de nuestro sistema de pensamiento erróneo, del Ego a través del Espíritu Santo con el Auto perdón.
No tengo que hacer nada, excepto no interferir.
Yo soy anfitrión de la Presencia, soy digno por ello incluso mi cuerpo es su templo.
Aquel que estableció Su morada en mí la creó como el Universo quiso que fuese.
No es necesario que yo la prepare para Él, sino tan sólo que no interfiera en Su plan para re-instaurar en mí la conciencia de que estoy listo, estado eterno.
No tengo que añadir nada a su plan.
Más para aceptarlo, tengo que estar dispuesto a no substituirlo por el mío.
Perdónanos nuestras ilusiones del Ego por sentirnos separados, Universo, y ayúdanos a aceptar nuestra verdadera relación contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás puede infiltrarse ninguna.
No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas.
Amen.
Recréate en la aceptación incondicional de lo que te ha sido concedido
El instante Santo no procede únicamente de tu dosis de buena voluntad. El es siempre el resultado de combinar nuestra buena voluntad con el poder ilimitado de la Voluntad del Universo. Co creamos con la Presencia permitiéndose que se haga su voluntad!
Tu buena voluntad es necesaria para poder enseñarte lo que eres, con el Universo. Si sostienes que no eres digno de aprender esto, estarás interfiriendo en el aprendizaje. Recuerda que cuando el alumno está listo, llega el maestro, se percibe ahora cuando antes ni le veías.
Limítate simplemente a enviar la pregunta al mensajero , esperando a recibir la respuesta tal como se te dé. Abrete a la receptividad de tu ser, sin expectativas.
La Expiación llega a los que le ofrecen su buena voluntad para de este modo hacer posible su llegada, en pocas palabras a aquellos que están receptivos, dejando atrás los bloqueos de la mente dual, el Ego.
Trata de pensar de esta manera
Todo en realidad es amor en la Presencia, la conciencia de Unidad de la que formamos parte y por ello sentirnos separados no tiene sentido alguno.
Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, en cualquier aspecto, cuando te sientas separado y creas ver a tu enemigo, sientas miedo o amenaza, detente de inmediato y, ese temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que te conecta con la Fuente y con tus hermanos, las otras gotas del océano del mar del Universo. Todos somos uno!. Para que te ayude a cambiar tu perspectiva y el miedo se aleje de tu mente.
Cuando alguna cosa te parezca ser una fuente de miedo, cuando una situación te quite tu paz, recuerda que siempre es por la misma razón: el ego ha percibido la situación como un símbolo de miedo, y amenaza.
Cuando te enfrentes con tal aparente incertidumbre respecto al significado de algo, no juzgues la situación. Haz entrega de la situación al Espíritu Santo para que la Presencia la juzgue por ti, y di:
Te entrego esto para que lo sanes y juzgues por mí. Enséñame a no hacer de ello un obstáculo para la paz, sino a dejar que Tú lo uses por mí, para facilitar su llegada.
Todo tiene un sentido aunque en este momento no seas capaz de percibirlo.
Deja tu culpa, tu perspectiva desde la conciencia de separación dual, en sus manos para que la corrija y puedas llegar a la percepción correcta, la conciencia de Unidad. La Paz.
Una vez que aceptes el plan de la Presencia, el Universo, no habrá nada de lo que el Espíritu Santo no se haga cargo por ti. Confía. Descansa
Deja atrás la perspectiva de tu Ego que te hace creer estar separado de la Fuente. Haz el salto ”cuántico” en tu mente, el cambio de perspectiva de la conciencia de separación, dual a la conciencia de unidad.
Todos somos uno. Y finalmente hemos llegado a casa, juntos con el Universo.
(Oración al Espíritu Santo de un Curso de Milagros)