Santa Águeda: mártir de la Iglesia Católica
Santa Águeda es el nombre de una Santa de origen italiana, específicamente de Palermo. Nació en el año 230, en el seno de una familia adinerada. Nada de ese mundo le atraía, solo el amor a Dios. Santa Águeda sufrió en gran medida la persecución en momentos en los cuales llegó al trono el príncipe Decio, quien persiguió a los cristianos hasta el punto de querer exterminarlos. Proclamó un decreto que indicaba que cualquier cristiano, sin importar su edad, debía ser ofrecido en sacrificio a los dioses.
Siempre dejó de lado cualquier tipo de pretensión amorosa, hasta entregarse al Señor. Decio pretendió a Santa Águeda como mujer y ella lo rechazó en todo momento por haber consagrado su vida al Señor. Como venganza, la encarceló y ordenó que le fuesen arrancados los senos. Las crueles torturas a la santa continuaron. Fue arrojada sobre carbones y en ningún momento dio un paso atrás en su posición de amor a Dios. La tradición cuenta que Santa Águeda tuvo una visión en la que San Pedro curaba de sus terribles heridas.
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Un año después de su muerte, el volcán Etna hizo erupción y la lava amenazó con entrar a la ciudad. Se pidió la intercesión de Santa Águeda para que no pasara las murallas y acabara con la vida de miles de personas. Por esta razón también es considerada como la patrona de la ciudad de Sicilia.
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Oración a Santa Águeda
¡Oh gloriosa virgen santa Águeda!
Humilde esclava del Señor de los señores
y magnánima apreciadora de su humildad.
Os ruego humildemente, me alcancéis
de vuestro dulce Esposo
un corazón muy humilde
y al mismo tiempo magnánimo,
que aprecie sobre todo lo creado
la gracia que mi señor Jesucristo
me mereció con el precio infinito
de su divina sangre.
Abogada os considero
de los verdaderos humildes,
así como lo mostrasteis premiando
a una devota y humilde mujer,
que veneraba en su casa
vuestras sagradas reliquias,
y ensordeciendo dolorosamente a otra,
que con soberbia dijo,
no quería ir a vuestro sepulcro
a daros culto y veneración.
Haced, Santa mía,
que mis palabras, obras y traje
respiren y rebosen humildad;
y dadme una solución
para las necesidades que sufro,
que son urgentes y graves,
ya que Vos por generosa gracia,
siempre atendisteis a los necesitados
prestando protección y ayuda,
y asimismo sea mi corazón
tan magnánimo, que pierda,
si necesario fuere,
hasta la vida por mantener
la gracia de Dios, con la cual
alcance la eterna bienaventuranza.
Amén.
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