Sati, la diosa hindú que propicia la dicha marital
El mundo de las relaciones de pareja es un mundo complicado, cuya estabilidad depende del esfuerzo de ambas partes por mantener viva la llama del amor. Algo que no ocurre siempre. Cuando la cosa va mal, alguno o ambos miembros de la pareja suelen recurrir a sus particulares santos o dioses para que les echen una mano. Así sucede en la religión hindú con la diosa Sati.
Es la divinidad encargada de velar por el buen funcionamiento de la vida marital. También se la considera como diosa de la longevidad. Aunque Sati quizá es el nombre más conocido, dicha deidad llega a recibir más de mil denominaciones, entre las que podemos destacar la de Aparnā, Dākshāianí, Shivá Kāmini o Umá.
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Por qué Sati es la diosa de la felicidad marital
Primero hay que tener en cuenta que es la primera esposa de Shiva. Éste es uno de los dioses que forman el Trimurti, particular trinidad hindú formada Brahmá (divinidad creadora del universo), Visnú (el dios que protege el universo) y Él mismo, dios destructor del universo.
Según la creencia hindú, Shiva era un extraño y descuidado asceta que vivía rodeado de enfermos y personas monstruosas. A pesar de su pobreza, Sati se enamoró y lo sedujo sexualmente hasta que terminaron casándose, a pesar de la desaprobación de Daksha, su padre. No quería que se uniera a alguien que iba a los crematorios e incluso se cubría con las cenizas de los difuntos.
Sati se sacrifica
Tiempo después de haberse casado, su padre dio una fiesta en su casa y Sati se presentó allí a pesar de que no había sido invitada. Ante el desprecio de su padre frente a su esposo Sati acabó con su vida de una manera bastante espectacular. Se sentó en el suelo y se puso a meditar hasta que comenzó a arder en una mística combustión espontánea.
Cuando la noticia de su óbito llegó a oídos de Shiva, el dios destructor del universo montó en cólera y acabó con todos los asistentes a la fiesta, sin que, por supuesto, Daksha pudiera escaparse. A partir de ese momento surgió la tradición Sati en la que, como un acto fidelidad y devoción, se ataba a las viudas a la pira funeraria de su marido recién muerto.
Este es el origen de la devoción de las mujeres hindúes a la diosa Sati como protectora de la felicidad conyugal.
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