Virgen de Caacupé, la patrona de Paraguay
La Virgen María posee numerosas de advocaciones, en diferentes puntos del planeta, en que se reflejan diversas cualidades de la madre de Dios. Una de estas advocaciones es la de la Virgen de Caacupé, con un santuario ubicado en Paraguay.
Su importancia es tal que se ha convertido en lugar de peregrinación de un gran número de devotos paraguayos. Es la patrona del país y, el Papa Francisco, elevó a basílica menor el santuario que la alberga. Su fama se ha extendido también por otros países, como Argentina, quizá porque allí se encuentra la mayor comunidad de paraguayos en el extranjero.
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El origen del nombre procede de la palabra guaraní ka´a kupé que significa detrás del bosque de hierba. Habitualmente, se suele decir que la capital espiritual de Paraguay es Caacupé, debido a que posee el mayor santuario del país, que fue inaugurado el 8 de diciembre de 1765.
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Leyenda de la Virgen de Caacupé
Cerca de Caacupé, en el pueblo llamado Tobatí, vivía un escultor guaraní llamado José. El artista era un indio convertido a la religión católica. En su regreso de las selvas, del valle Ytú, con madera para sus nuevas tallas, se cruzó con indios mbayá, una tribu hostiles a los colonizadores españoles y portugueses.
Tan pronto los vio a lo lejos, salió corriendo para esconderse a continuación tras un grueso tronco. Mientras intentaba apaciguar los latidos de su corazón, se prometió así mismo que si salía vivo tallaría una imagen de la Virgen con la madera del tronco. La suerte estuvo de su lado, pues los mbayá no se percataron de su presencia, ahora quedaba cumplir su promesa.
Poco tiempo después, regresó para cortar el tronco. La madera le dio para hacer dos imágenes, una sería para la iglesia de Tobatí, la otra, más pequeña, para él. Según los misioneros jesuitas, junto al lugar donde estaba el tronco, había surgido una fuente. De ella, manaba un agua milagrosa que ayudaría a los guaraníes a soportar el calor del verano.
Mucho tiempo después, la inundación que formó el lago de Ypacaraý, hacía peligrar a los pueblos cercanos. Los frailes franciscanos, junto con los habitantes de la zona, hicieron ruegos para que se calmasen las aguas. Y fue el padre Luis de Bolaños quien las bendijo y logró que retrocediesen hasta los límites que tienen hoy en día.
En ese momento, apareció la imagen de la Virgen de Caacupé, flotando en una caja de madera. Aquella que el indio José tallase con el tronco del árbol que le sirvió de refugio. Se convirtió, entonces, para el pueblo, en la Virgen de los Milagros de Ka´akupé.
En el Archivo Nacional, existe un documento, fechado en el año 1769, donde se afirma que el padre Roque Melgarejo donó una imagen de la Virgen de la Inmaculada, así como un terrero donde erigir un templo en su honor.
La leyenda de la Virgen de Caacupé no se basa entonces en apariciones ni mensajes, sino que existen dos milagros: la salvación de los indios enemigos y de la inundación. Le fe en la Virgen se encargaría del resto.
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