Dharana, concentración y control mental

De origen sánscrito, la palabra Dharana está relacionada con la concentración y conforma la sexta rama del Yoga. Para poder alcanzar este estado se requiere mantener la mente en un punto específico, como por ejemplo un objeto. También puede observarse hacia nuestro interior, a través de un pensamiento específico.

En el Yoga existen ocho ramas y cada una de ellas representa un paso más para alcanzar un nivel de consciencia superior. No se trata de un orden excesivamente estructurado, sino de un proceso que fluye y que depende de cada persona.

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Principales beneficios de Dharana

• Eleva las emociones positivas y combate aquellas que amenazan con poner en peligro nuestra estabilidad.
• Mejora considerablemente la memoria e incrementa la concentración.
• Reduce el estrés y la ansiedad.
• Concede una mente clara para tomar mejores decisiones.

Lo ideal es procurar un lugar donde no existan ruidos o situaciones que puedan desviar nuestra atención. La posición que adoptar debe ser lo más relajada posible para que no existan distracciones en ese sentido. Pueden tenerse los ojos abiertos para centrar la atención en un punto específico o cerrados para dirigir los sentidos hacia un chakra o manta.

Es necesario manejar correctamente la respiración y estar al tanto de cada uno de los movimientos que son realizados. Como proceso totalmente involuntario, nos recuerda que no estamos conscientes de que estamos respirando, pero lo hacemos permanentemente como única forma para subsistir.

Si se realiza Dharana con regularidad, serán muchos los beneficios que se reflejen en las actividades diarias. Se sabe que, mientras más atención prestemos a lo que hacemos, quedará más fijado en nuestra memoria.

Cómo ejercitar Dharana

Alcanzar este estado de concentración no es una tarea imposible, solo requiere de práctica el lograr abstraerse de todo lo que está alrededor sin importar los estímulos presentes.

Algunos ejercicios pueden garantizar que, con el tiempo, se unifique el contenido mental:

• Constantemente concentrar el pensamiento en un objeto material o en un punto físico. El objeto no es el fin, representa solo un medio para llegar al estado pretendido. El prestar atención es lo que desencadena todo el proceso previo a la concentración.
• Procurar acompañar los pensamientos o movimientos mentales como si no nos pertenecieran, sino que somos espectadores de todo aquello que ocurre.

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